jueves, 12 de noviembre de 2015

13. Jeremías a la sombra de Jesús



adecuado que los Praenotanda puestos en los leccionarios litúrgicos, con la aparición de la segunda edición típica en 1981.1
En fecha reciente la Comisión bíblica, tomando pie del centenario de la enciclíca Providentissimus Deus de León XIII (1893) y del cincuentenario de la Divino ajflante Spiritu de Pío XII (1943) ha publicado una instrucción dirigida a situar la herméutica en medio de la Iglesia, en el corazón de la Iglesia, esto es, en el corazón de los creyentes que al interpretar dan cuerpo a la palabra haciendo su propia historia, historia de Dios.2
Es importante esta constatación pontificia: "Porque la exégesis católica no tiene un método de interpretación propio y exclusivo, sino que, comenzando por la base histórico-crítica, liberada de presupuestos filosóficos o de otra índole contrarios a la verdad de nuestra fe, utiliza todos los métodos actuales, buscando en cada uno la semilla del Verbo".3

3. Con estas palabras, ajenas a toda sospecha, podemos lanzarnos a Jeremías, sin temor al veredicto de quienes van por un camino, por un solo camino.
En los . últimos decenios se está haciendo un bravo esfuerzo, sudoroso, paciente, apasionado, por traer la Palabra de Dios a nuestra palabra, verla fundida en ella, y observar cómo renace y nace interpelante la Palabra eterna. La historia de las versiones españolas desde que empezaron Eloíno Nácar y Alberto Colunga (1945) es una muestra palmaria. Podremos confrontar tres Biblias representativas: la Biblia de Jerusalén (edición española 1966 y 1975), la Biblia de La Casa de la Biblia (1966 y 1992), que tiene un refrendo especial de la Conferencia

1 El autor de estas hojas que siguen, en la revista Liturgia y espiritualidad y bajo la rúbrica de Palabra y sacramento va haciendo unas consideraciones de tipo teológico..., vital..., espiritual... en órbita con lo que decir esos principios hermenéuticos de lectura de la Biblia en la liturgia.

2 Juan Pablo II seísmo hizo la presentación y recomendación de este documento en su discurso conmemorativo del 23 de abril de 1993, dedicando la tercera parte a El nuevo documento de la Comisión bíblica (véase Ecclesia núm. 2632, 15 mayo 1993); pero el documento como tal no ha aparecido en las revistas asequibles que llegan a nuestras bibliotecas.

3 Discurso citado, n. 12 (Ecclesia, 24).

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Episcopal Española, y la Nueva Biblia Española 1975 (precedida por Los Libros Sagrados, 1967ss, y edición aparte del Nuevo Testamento), reconvertida hoy en la Biblia del Peregrino (1993).4
Al leer la Biblia nuestro ser entero entra en audición. El alma no necesita literatura, pero el cuerpo y la sensibilidad sí. La hermosura de la palabra entra en el acto unitivo de la revelación. Y tenemos que percatarnos de que una cosa es estudiar la Biblia, sentados en el pupitre, diseccionando las frases, pesando las palabras, y otra, más simple, más pura y primordial, es "escuchar" la palabra de la Escritura, en cuyo acto acontece Dios.
El que escucha vivamente se estremece y vibra, y con su paladar saborea una expresión feliz; con sus ojos abiertos o en penumbra ve, y en su corazón sensitivo siente que aquel dicho hiere, clavado como dardo.
Viniendo al profeta Jeremías: ¿Puede Jeremías ser vocero de Dios hoy? ¿Puede jadear desasosegado y revuelto? ¿Puede revolverse, henchido de dolor contra el Señor, y terminar como un animal azogado y caído? ¿Puede dirigirse a Dios con un lenguaje atrevido, como quien "vis a vis", habla a un compañero, siendo Dios "rex tremendae maiestatis"? ¿O puede Dios dejarse hablar tan a lo humano? El atento a las Escrituras queda confuso al comprobar cómo Dios ha consentido tal profanación de su divino trato. Pero ocurre que no es otro el Dios de la Encarnación, y que por ello el lenguaje verídico de la fe es explosivo y paradójico. Tomemos a Dios en serio desde nuestra costa, el Dios deshecho en el lenguaje, el Dios doliente en nuestra palabra, el Dios desvalido que primero se tomó en serio al hombre. Esta confusión que produce la lectura de la Biblia es más sabia que los conceptos precisos que quieren domar al Dios indomable; más sabia, si nos mantiene en una tensa y apaciguada humildad.

4 No pretendemos entrar en discusiones sobre el valor y oportunidad de cada Biblia. El "tipo" de Biblia representado por la Biblia de Jerusalén, superado en finura exegética por la Traduction Oecuménique de la Bible, será el "tipo" que mejor se adecúa a la finalidad de las Comunidades Catecumenales, por las notas y referencias; pero la calidad de traducción no puede imponerse como algo absoluto. El estilo lingüístico de otras versiones españolas no lo aceptarán quienes desea una fraseología calzada con la gramática hebrea. Ha habido traductores audaces, con tomas de postura discutibles -¿y cómo no?- en tantos puntos concretos..., si la misma exégesis crítica y teológica está llena de discusiones; pero, en su conjunto, el frescor y la fragancia de las nuevas traducciones son una adquisión para siempre. En este sentido nos quedamos con la Biblia del Peregrino.

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Conectar con la Palabra abriendo la puerta estética no es tomarse en frívolo al Dios vivo. Bien al contrario, es caer en la corriente del aliento de su boca, cálido, amoroso, fogoso. En el obrador de la exégesis el profesor refina los matices, por ejemplo, las modalidades verbales. Y está bien que lo haga, pues piensa que actuando así está urgiendo la misma interpretación teológica. Pero tendrá que respetar que el esteta, por fidelidad a ese acto comunicativo que se opera por el milagro humano de la palabra, quiera empalmar por otras vías. Es verdad que el esteta se puede distraer, flotando con las emociones que le proporcionan las mismas palabras, tan verdad -sí y no menos- como que el ténico de la teología puede divagar con sus especulaciones y sutilezas. Y los dos pueden engañarse si al estudiar o leer fueran unos desertores de los amigos del Dios presente: Mateo 25.
¿Por qué se empeñó Dios en transmitirnos las cosas más graves en artístico paralelismo hebreo, obligando a sus poetas a buscar sinónimos? ¿Por qué Jesús de Nazaret amaba, mucho más que los rabinos conocidos, esos cuentecillos que llamamos "parábolas"? Y ¿por qué la misma tradición de las palabras del Señor fue tan libre en aquellos que la recogieron? La justificación estética de esa anchurosa ciencia que llamamos hermenéutica está en las mismas fuentes de donde manaron los libros.
En resumen, entrar en Dios por la puerta de la palabra significa perderse en la misma palabra, en la gracia de la palabra, presenciar un acontecimiento de encuentro, o simplemente, ser acontecido por el Espíritu.

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La lectura o la escucha del capítulo 16 de Jeremías produce una impresión convulsa. Sorpresa, porque nos encontramos ante un doloroso y gratuito celibato, caso único en el Antiguo Testamento. Desconcierto, porque nos parece demasiado áspera esa deshumanización de conducta -no entres en casa de duelo, en casa de banquete...- para hacer presente, por esa irrazonable privación, la palabra de un Dios amante. Y luego, gozo y admiración, al sentir que el capítulo, tan serio, es coronado maravillosamente con palabras de salvación.
El titubeo interior es éste: En ese conglomerado divino ¿qué es realmente lo importante: la tragedia que refleja el profeta o la perspectiva luminosa que aparece en las palabras de Dios? Si es lo segundo, ¿a qué tanto dolor arrojado a la vida de un hombre?
El abordaje del capítulo ha producido páginas preciosas. Es que el caso de este pobre Jeremías puede tener muchas incidencias personales. He aquí un entrada en exégesis, a nuestro parecer muy bella, del comentario de L. Alonso Schókel y J.L. Sicre.
*   * *
"No sólo la boca estará al servicio del Señor, sino que la vida entera del profeta será oracular. Así realizará el haber nacido profeta, el tener naturaleza profètica. En las pantomimas o acciones simbólicas, el profeta desempeña un papel y representa una escena, sin perder en ella su personalidad. En lo que sigue ya no se trata de representar, sino de vivir, porque en carne viva ha de representar lo que se avecina.
Se exacerba el dolor del hombre débil y emotivo, a quien hemos escuchado irrumpiendo lírica y doloridamente en los oráculos, a quien hemos contemplado debatiéndose frente a la prohibición divina de interceder. La pasión dolorosa del profeta nace de su pasión afectuosa por los suyos: dolor que enriquece y hasta

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satisface. Pues ahora le quitan esa satisfacción: tendrá que reprimir la compasión y solidaridad para representar al vivo el desvío de Dios. Al vivo quiere decir que no basta ponerse una máscara, pues se exigen renuncias radicales: renuncia al matrimonio y la familia, renuncia a llorar en los funerales, renuncia a gozar en los banquetes de boda. Eso sí que es sentarse solitario bajo la mano de Dios (15,17), que modela una vida en figura de oráculo.
De aquí brota la paradoja que no se formula en estos versos, pero se manifiesta en el decurso de los hechos (y que ha traído algunas frases posteriores al presente capítulo, como veremos). La paradoja es la siguiente: Dios se distancia de su pueblo, y el profeta lo mostrará distanciándose a su vez. En lo hondo, Dios se distancia por amor, para la salvación, y en lo hondo, el profeta redoblará su amor por su pueblo. No conocemos un profeta que tan apasionada­mente haya amado a su pueblo: en lo hondo, no en la superficie. Las renuncias impuestas le servirán para abrazar a todos en su amor y compasión, para no agotarlas en una familia y en unos incidentes locales".5
*   * *
No te cases, no tengas hijos ni hijas en este lugar (v2). Es el testimonio de Jeremías, profeta, que él lo expresa como palabra imperativa del Señor. El lector lo escucha como el revés de una vocación. La privación de lo que es más mío, vocacionalmente mío, -la mujer, y la dulce perspectiva de los hijos y de las hijas completada con la perspectiva de la propia tierra, que es nuestra cálida cuna,- no puede caer bajo un mandato. Tanto menos, que el mandato expreso del Señor Creador era: Creced, multiplicaos, llenad la tierra... (Gn 1,28). La tradición rabínica ha considerado esta palabra del día sexto como el mandato número uno en la fila de 613 mitzvot que sucesivamente van a ir apareciendo. Dios no impera sobre la privación de lo más querido; invita, como en el Evangelio. Jeremías, generoso, está interpretando un acontecimiento interno e invulnerable de su vinculación personal con Dios. Está retraduciendo lo que de hecho ha sido su inefable experiencia de unión con el Señor.
Cada vida humana lleva consigo un secreto, que no se puede sacar a la plaza, ni en el fondo-fondo puede ser volcado en un diario personal de amor. El "tú" es tan misterioso como el propio "yo"; inaccesible si no es por vía de amor, por una

5  L. Alonso Schókel - J.L. Sicre Díaz, Profetas. Vol I: Isaías - Jeremías. Madrid, Ediciones Cristiandad 1980, 491-492.

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donación sin pretensión de cobro. 6
La palabra de Dios -Porque así dice el Señor- se torna ahora del profeta marcado a los hijos e hijas nacidos en este lugar, a las madres que los parieron, a los padres que los engendraron en esta tierra (v3), con la pretensión de dar sentido al celibato del profeta: signo de desolación, de ausencia y de muerte. ¡Triste signo del celibato!
Morirán de muerte cruel, no serán llorados ni sepultados, serán como estiércol sobre el campo, acabarán a espada y de hambre, sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra (v4).
Esta escena macabra ¿es la imagen del celibato del profeta amante? ¿O es imagen de la desolación de Dios?
Lo que se muestra patente es que el celibato de este hombre de la palabra no es un celibato funcional, no cabe dentro de una teología funcional: para ser un liberado en la misión, para estar del todo y en exclusiva entregado a lo suyo... No hay un funcionalismo utilitario y espiritual en la motivación de esa privación cordial de su existencia.
Este celibato desolador, signo del amor herido, ¿quién lo va a entender? Este hombre que se pierde el mundo y no quiere saber de mujer, de hijos e hijas, de duelos o de gozos, así de espaldas a la vida, como un blasfemo de la existencia, ¿qué esta diciendo? Que Dios, por amor, está muy enfadado y ya no puede aguantar.
Malos, malísimos fueron los padres, esclavos de ídolos. Pero vosotros sois peores... os arrojaré de esta tierra a un país desconocido de vosotros y de vuestros padres; allí serviréis a dioses extranjeros, día y noche, porque no os haré gracia (vi2-13).

6   El judío Martin Buber, con una gran penetración psicológica y vital, ha estudiado el inabordable misterio de la estructura humana y dentro de ella la soledad. Véase: Martin Buber, Yo y tú. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión (Col. Fichas, 41) 1984. 106 págs. Véase 92ss.

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Si la punición es signo de amor, el celibato punitivo de Jeremías es presagio del amor de Dios. El celibato de Jeremías o su soledad profètica, porque es el conjunto de su existencia humana lo que queda implicado, es machacar a un hombre para significar que Dios está machacado. Triste forma de tratar a un célibe, como basura del mundo; claro que peor suerte la de Dios.
Celibato inútil, porque con ello no nos ahorramos el castigo; las fauces de Babilonia se han de tragar a los hijos de Israel. El consuelo de Jeremías, si cabe consuelo, mejor la fuerza invicta de este paladín del amor, es su obstinación: seguir hablando del enfado de Dios, que es la prueba encarnada de su divino amor, de que el hombre vale para Dios, tanto que le hace sufrir.
Para simplificar, tendremos que decir que el celibato "sacramental" de Jeremías sólo sirve para Dios..., y si alguien quiere comprenderlo, que se entere. ¡Doliente destino...!
Avanzando en esta exégesis llegamos al punto cenital. Debemos rendirnos y confesar que si Dios es el amor herido es, en efecto, el amor. Hoy es el momento cumbre de la historia. Ya no se dirá "Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino más bien: "Vive el Señor, que nos sacó del país del norte, de todos los países por donde nos dispersó" (vi4-15). Enviará pescadores, enviará cazadores..., pero Dios los va a sacar.
Y   esto era realmente lo grave: Dios se rinde ante sí mismo, y por la promesa sigue manifestando el amor como su más genuina palabra. De manera que su ira amenazante es su amor en negativo, su ardiente amor. Y de forma correlativa la soledad celibataria de Jeremías es ante él el signo de que ha sido asumido en la dinámica misma del Dios doliente -amado por Dios hasta ser asociado al sufrimiento divino (celibato místico)- y ante el pueblo que pueda comprender ese signo "en negativo" de que Dios ama a su pueblo.
2.    Las confesiones: el cara a cara con Dios desgarrado y amoroso
Los que se ha acordado llamar las Confesiones de Jeremías son cinco textos del libro, de la parte oracular, que con hondo desgarro y audacia amorosa expresan el corazón del profeta. Se confiesa a sí mismo, su leal sinceridad, su generosidad, su coraje, el no poder más y el no tener más remedio que seguir por un misterio de fascinación, que todo lo compensa. Jeremías queda hermanado con

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Job y con cuantos sufren sin tener más salida que seguir en la estacada, fortificados por una presencia oculta que les apacigua.
Son estos pasajes testimonios descarnados para la psicología, pero no se interpretarán con exactitud si no se llega a transcender la mera observación del psicólogo y se piensa que el último implicado es Dios, celoso de su propia gloria.
He aquí las cinco confesiones, tituladas para la memoria con un título de simple referencia7:
Primera. Comienza la persecución: 11,18-12,3 Segunda. Crisis de vocación: 15,10-21
Tercera. Incredulidad: 17,14-18
Cuarta. Persecución: 18,18-23
Quinta. Final: 20,718

1.  Maldición. El dolor acumulado sale en un maldición; es el dolor que habla:
¡Maldito el día en que nací, el día en que me parió mi madre no sea bendito!
¡Maldito el que dio la noticia a mi padre:
"Te ha nacido un hijo", dándole un alegrón!
¡Ojalá fuera ese hombre como las ciudades
que el Señor trastornó sin compasión!
¡Ojalá oyese gritos por la mañana y alaridos al mediodía!
¡Por qué no me mató en el vientre!

7 Tomamos los títulos de la Biblia del Peregrino. Se observará el revuelto de versículos que hacen los editores en la primera de las confesiones. Quizás no deje de tener su significado el que el texto se encuentre alterado como el ánimo del gimiente. ¿Es que también aquí buscamos una

lógica de estilo a las palabras que brotan de un corazón descompuesto? En fin..., en cualquier caso

se trata de hipótesis. Obviamente la versión Vulgata y la Neo Vulgata dejan intacto el orden de versículos. En la confesión quinta no vemos una secuencia lógica de sentimientos, pero al texto

lo dejan ahí, como está; es buen criterio.



habría sido mi madre mi sepulcro su vientre
me habría llevado por siempre!
¿Por qué salí del vientre
para pasar trabajos y penas
y acabar mis días derrotado? (20,14-18)
Estas maldiciones son el dolor destapado. ¿Y a quién mejor para decirlo, para gritarlo, que a Dios mismo? Por eso Jeremías creyente revienta de dolor.
En este punto Jeremías es gemelo del patético Job cuando se revuelve en el más famoso plañido del libro8
¡Muera el día en que nací,
la noche que dijo: "Han concebido un varón"! (Jb 3,2)
¡Cuando el dolor estalla...! Todo el capítulo de Job se alarga y se retuerce como una serpiente. Job-Jeremías, al fin el mismo, son el dolor que se levanta. Acaso Jeremías será más duro representante de esta condición humana. Job se yergue desde sus llagas; Jeremías no se empina desde su cuerpo, sino desde su alma dolorida, desde su misión. Si uno y otro nos representan a todos, Jeremías se hace más transparente para iluminar la efigie del Siervo doliente.
2.    Maldición al enemigo. Si la maldición a mi propio día tiene un sentido, también lo tiene el anhelo por el exterminio del inicuo. Tienen mucho de paralelo ambas maldiciones.
Apártalos como a ovejas de matanza, resérvalos para el día del sacrificio (12,3).
Ahora entrega a sus hijos al hambre, ponlos a merced de la espada, queden sus mujeres viudas y sin hijos, mueran sus hombres asesinados y los jóvenes a filo de espada [...], no perdones sus culpas, no borres de tu vista sus pecados; caigan derribados ante ti,

8 Hay que pensar que literariamente con propabilidad Job es posterior a Jeremías.

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ejecútalos en el momento de la ira.

¿Qué significa todo? Es la visión del poder de Dios en el genuino día de Dios, cuando se muestre el triunfo de la verdad y la misericordia. No es un "ajuste de cuentas" por la injuria inferida a un particular. Es... lo indecible, lo que se vomita en el dolor cuando se sabe que Dios tiene una palabra. ¡Decir a Dios que no perdone cuando se sabe que no tiene más remedio que perdonar, si quiere seguir siendo el Dios del amor...!
3.    La soledad vivida en persecución. La hostilidad cerca al profeta; es su destino. Y el culpable es Dios:
Forzado por tu mano me senté solitario,
porque me llenaste de tu ira (15,17).
Soledad quiere decir: deserción de amigos y calumnias: Tus hermanos y tu familia te son desleales, también ellos te calumnian a la espalda (12,6; cf. 20,10); ataque del enemigo hasta convertirse en perseguidor mortal: Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas (11,19).
La soledad también amenaza a Jeremías como el sinsentido de su vida. Jeremías está de sobra y puede desaparecer; este hombre irritante será acaso un fatuo y presuntuoso y sobra para la fe.
Dijeron: Vamos a tramar un plan contra Jeremías, que no nos faltará la instrucción de un sacerdote, el consejo de un docto, el oráculo de un profeta (18,18).
Se acepta, sí la institución sacerdotal, se acepta la función de los sabios, se acepta incluso el profetismo; y estos valores de nuestra constitución de Pueblo de Dios los tenemos garantizados. Pero Jeremías sobra. Ellos me repiten: ¿Dónde queda la palabra del Señor? Que se cumpla (17,15).
Dios mismo se le ha cerrado, porque Dios debe apagarse como noche oscura, para que sepamos que venimos de la nada. Dios es una estafa. Horrible fuera que

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la institución sagrada al fin nos resultara una estafa; pero cuando no es la institución sacra sino Dios mismo ¿entonces...1 Te me has vuelto arroyo engañoso de agua inconstante (15,18).
El que padece de soledad y luego la soledad le viene a ser soledad de sí mismo, porque parece que la misma presencia sustentante se le retira, ese desgraciado se carcome de pena por dentro. ¿Por qué se me ha vuelto crónica mi llaga y mi herida enconada e incurable? (15,18a). Jeremías está indicando a las claras el riesgo de la aventura divina. ¡Ay de quien se adentra en Dios..., que se va a cargar con el sufrimiento de Dios!
4.   La lucha del corazón partido. Si suprimo a Dios suprimiré mi dolor. Lejos de los ojos, lejos del corazón... Así ocurre entre nosotros. Jeremías piensa en un intento: expulsar una presencia dañina, deshacerse de Dios, su corazón quedará descargado, su ser liberado.
Y    me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre.
Pero la sentía9 dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos: hacía esfuerzos por contenerla y no podía (20,9).
Dios es fuego calcinante en los huesos; Dios, el valiente, es el seductor, en tanto que yo, desvalido, como frágil doncella, sufro la violación.
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, me violaste (20,7).
Los griegos y romanos hablaron del Destino y del Hado, que hace que la vida tenga una solemnidad trágica. En la tragedia no hay culpables... Es la vida la que nos vence; no somos nosotros los patronos de la vida. Ellos decían: los dioses. Pero el creyente, náufrago en el misterio, sabe que el patrón es Dios, con una fuerza contra la que no se puede luchar. Es inútil que Pablo relinche y tire coces contra el aguijón, porque el jinete le va a clavar más fuerte la espuela. Claro que al final el forzudo seductor va a ser un fiero soldado a mi favor: Pero el Señor

9 La palabra del Señor.

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está conmigo como fiero soldado (20,11).

5.    El crisol del amor. Jeremías ha puesto su vida célibe a disposición del amor; éste sí, es un célibe amante:
De veras, Señor, te he servido fielmente: en el peligro y en la desgracia he intercedido en favor de mi enemigo; tú lo sabes (15,11.15).
Jeremías pasará a la tradición de Israel como poderoso intercesor ante el pueblo, incluso difunto. Judas Macabeo tuvo una visión en sueños. Vio a Onías, que había sido sumo sacerdote; "extendía las manos y rezaba por toda la comunidad judía. Después, en igual actitud, se le apareció a Judas un personaje extraordinario por su ancianidad y su dignidad, envuelto en un halo de majestad maravillosa. Onías tomó la palabra para decir: Este es Jeremías, el profeta de Dios, que ama a sus hermanos e intercede por el pueblo y la Santa Ciudad. Entonces Jeremías extendió la mano derecha y entregó a Judas una espada de oro..." (2Mac 1512,15).10
He intercedido en favor del enemigo. Nos estamos acercando al Nuevo Testamento: Rezad por los que os persiguen (Mt 5,44).
6.    Crisis y fascinación. Jeremías es tentado como Elias, que se tumba para morir, y quiere abandonar esta empresa imposible. O como Jesús que cae en tierra, clamando a gritos que pase de largo aquel cáliz. Cierto que la palabra de Dios le había sido alegría y fuerza.
Cuando recibía tus palabras, las devoraba, tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima, yo llevaba tu nombre,
Señor, Dios de los ejércitos. (15,16).

10 De esta pasaje se ha tomado el texto responsorial en las II Vísperas de los santos pastores: "Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo".



A pesar del dulce sabor de la palabra de Dios, -incluso cuando es un rollo escrito por el anverso y reverso de elegías, lamentos y maldiciones (Ez 2,10)u, vienen los desalientos, que son superados (20,9). Pero todo en la vida tiene sus límites. ¡Basta ya! Es demasiado padecer, es un torrente de dolor inútil. De hecho el pueblo va sin remedio al pozo de la desgracia.
Le llega entonces la palabra del Señor: que purifique su corazón y aparte la escoria del metal precioso, que sea valiente, que vuelva al Señor porque el Señor va a volver a Jeremías.
Entonces me respondió el Señor:
Si vuelves, te haré volver y estar a mi servicio, si apartas el metal de la escoria, serás mi boca (15,19).
Es la criatura la que debe rendirse ante el Creador; es Jeremías quien debe volver. Cuando vuelva al Señor, cuando apacigüe su atormentado corazón y en ese horno ardiente separe la escoria del metal precioso, entonces sentirá que Dios retorna a él.
Sáname, Señor y quedaré sano; sálvame, y quedaré a salvo; para ti es mi alabanza.
... Yo no he insistido pidiéndote desgracias
ni me he augurado un día aciago (17,14.16).
En sus oráculos Jeremías ha reflexionado sobre el corazón humano: Nada más falso y enconado que el corazón: ¿quién lo entenderá? (17,9). Esta reflexión que él se la hace cuando maldice al malvado -¡Maldito quien confía en un hombre y busca su apoyo en la carne, apartando su corazón del Señor! (17,5)-, sin duda que la lleva a su propio molino, cuando pena y se debate con su abatido corazón. Pobre suerte la de la "humana condicio", que no tiene otra salida que la de la confianza en Dios: ¡Bendito quien confía en el Señor y busca en él su apoyo! (17,7).

11  "Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel" (Ez 3,3).

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7.   Apice de la experiencia: amor y salvación. Dios es salvación, porque el Dios que actúa es Dios amor, y el primer favorecido de la salvación es Jeremías.
Entonces me respondió el Señor:
Si vuelves, te haré volver y estar a mi servicio, si apartas el metal de la escoria, será mi boca.
Que ellos vuelvan a ti, no tú a ellos.
Frente a este pueblo te pondré
como muralla de bronce inexpugnable:
lucharán contra ti y no te vencerán
porque yo estoy contigo para libarte y salvarte
-oráculo del Señor-.
Te libraré del puño de los perversos, te rescataré del puño de los opresores (15,19-21).
Jeremías, salvado por el amor de Dios, retorna a su vocación. Y su vocación es: estar al servicio de Dios, ser boca de Dios. Jeremías, como se le ha expresado en el día de su vocación, vuelve a ser el muro de acero inexpugnable.
Cantad al Señor, alabad al Señor,
que libró al pobre
del poder de los malvados (20,13).

3.    La vida del profeta vista como vocación (1,4-10)
Jeremías había nacido en un pueblo vecino de Jerusalén, Anatot, "hijo de Jelcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín" (1,1). Nunca le vemos actuar como sacerdote, pero él era de casta sacerdotal, es decir, de un medio ambiente saturado de espiritualidad. ¿Qué pasó en la vida de este sacerdote, que desde determinado momento se vio no como sacerdote, sino como profeta del Señor?
El testimonio de su vocación hay que leerlo como la sedimentación de muchas experiencias, seguramente cuando su ministerio iba ya muy avanzado. Aquella página, que legó para la historia, la entregó a sus discípulos, al círculo espiritual

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creado en torno a sí. Era una firme confesión de fe, sencilla y audaz profesión de fe, porque se trataba nada menos que de una experiencia de orden superior, que en nuestro lenguaje especializado llamamos "experiencia mística". Jeremías, al confesar tales cosas, entraba en el círculo sagrado de los espirituales de la historia santa: Abraham, Moisés, Samuel. Todos ellos habían sido marcados por Dios, señalados por Dios; Jeremías se adhería a su séquito, incluso con rasgos más impresionantes.12
Tratemos de leer este testimonio profètico, que nos resistimos a llamar "relato". Para el profeta que nos entrega su intimidad y de esta manera quedan patentes sus credenciales, este pasaje comienza así: El Señor me dirigió la palabra. Algo se nos transmite y esto no tiene escenario. Cualquier circunstancia resulta superflua frente a la densidad de la experiencia eminente que se nos comunica. Cuando estas cosas dice, Jeremías es célibe, un solitario de la palabra. Su comunicación es un repaso de su historia y una justificación de la misma. Leemos su vocación después de haber escuchado sus confesiones. Al fin ésta es una confesión.
Lo que justifica su trayectoria es esto:
Antes de formarte en el vientre materno te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombre profeta de los paganos.
La elección-designación, consagración, nombramiento... se impone sin causa; es un proyecto que Dios se formula a sí mismo. Dios Creador entra en la vida del hombre por su libre voluntad. El hombre debe acatar que la voluntad de Dios es buena. Dios es así, hay que dar espacio a la libertad divina para que él pueda actuar. "Ante previsa merita... ! Post previsa merita... ! " Cualquier perspectiva de este cariz se centra en el hombre, y aquí lo que se trata de referir es la vida de Dios en el hombre.
Es constituido profeta de las gentes. Es cierto que sus actuaciones colateral­mente tuvieron cierta onda internacional. Pero el título que recibe de profeta de los paganos no está en relación con su influjo político, sino sencillamente está delatando que Dios es el Señor de la historia, y que ese Dios poderoso, desde el

12  El estudio de la vocación de Jeremías en el comentario de Schókel-Sicre, se cifra en esta secuencia: elección, consagración, nombramiento; objeción del profeta, imperativo categórico de Dios; rito de consagración: gesto y palabras.



corazón de Israel, tiene una palabra sobre el orbe. El profeta solitario, célibe por la palabra, tiene una irradiación cubierta por la fuerza de la palabra. No se puede evaluar la importancia y sentido de una persona por la expansión internacional de su obra o de su fama, sino que esta vida humana hay que ponerla en órbita de Dios y desde ahí juzgar y valorar. Jeremías profeta tiene una misión desde su doliente vida: ser vocero de una palabra que juzga al mundo.
Con estas notas que describimos se proyectó en su día la figura de Saulo, alcanzado por Cristo, apóstol de las naciones, apóstol de los gentiles (Gal 2,8), separado desde el vientre materno. En Gálatas (1,15) Pablo se reconoció en Jeremías (1,5) y se arrimó al mismo tiempo a la figura del Siervo doliente (Is 49,1).
Al escuchar la designación, Jeremías intenta retirarse, sin escapatoria. Es joven, no tiene autoridad para poder hablar. Es inútil; Dios lo envía, lo arroja y lo lanza a la misión. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte - oráculo del Señor- (1,8).
Y   aquí viene el signo y la palabra como en rito sacramental, en la culmina­ción de la experiencia. ¿Fue en el templo? ¿Fue en su aposento? ¿Fue en una reunión sagrada de profetas...? Se han esfumado para la historia los detalles y sólo queda el contenido de este núcleo de donde arranca el profeta. Pudo ser una experiencia de éxtasis, hubiera o no personas circunstantes. En cualquier caso fue una experiencia cierta y abrumadora.
El Señor extendió la mano, me tocó la boca y me dijo:
-  Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar y plantar (1,9-10).
La experiencia espiritual de Isaías un siglo antes aconteció en el Templo y fue similar en cuanto experiencia transcendente: Y voló hacia mí uno de los serafines con un ascua en la mano, que había retirado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: -Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado (Is 6,6-7).
Isaías ha sentenciado a naciones, es cierto, como antes que él Amos, pero no es llamado profeta de naciones. Hay aquí una nota específica en la comprensión del ministerio profètico de Jeremías. Será por el hecho de que el pueblo elegido

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con Jeremías llega a la culminación de su historia: la desaparición de la monarquía y el destierro de Babilonia es el techo de la historia de Israel. Y ahí está Jeremías.
La función que se le encomienda sobre pueblos y reyes es una expresada en dos momentos: terminar con lo existente y hacer aparecer algo nuevo.13
Esta dialéctica de destruir y construir, de arrancar y plantar es lo que hace avanzar la historia. El profeta no acaba de ser profeta son la destrucción; el profeta que solo acusa y denuncia, si al mismo tiempo no construye no es profeta. Pero la dialéctica persiste. Jesús es destructor y Pablo es destructor, los dos son demoledores, pero al mismo tiempo levantan un orden nuevo.
El profeta destruye y, como el observador no advierte la maldad del "orden" que se destruye, la acción del profeta es rechazada, juzgada como escándalo. Así pasó, así pasa..., así pasará. El profeta se ampara en la palabra, que es su sola fuerza. Y entonces el profeta, en virtud de esa palabra destructora, construye. ¡Ciertamente que hace falta fe, amor y esperanza para vivir en profecía, y hacer que la propia vida, asumida por la palabra, se convierta también en profecía!
Dentro de este apartado hemos mencionado el celibato de Jeremías. ¿Se deduce del texto sagrado una ilación entre la misión de este profeta de las naciones y su marca de hombre célibe por la palabra? No se deduce, en virtud del texto. Tan sólo decimos que es el hombre célibe y doliente, el de las confesiones, el que ha sido lanzado por Dios a esta misión universal, que él ha asumido de corazón, aunque le haga sangrar.
La visión-experiencia del alerce (en hebreo: el Vigilante) o de la olla que hierve y se desborda son interiorizaciones de su misión. El está agarrado por Dios, no puede librarse de Dios. De forma contundente y resumida está dicho en

13  "La palabra profética será realmente palabra de Dios dirigida a los hombres, y por eso será poderosa. Jeremías no tiene más que palabras, pero con ellas será más poderoso que los reyes con sus pueblos. El poder está articulado en una serie de polaridades tomadas de dos actividades fundamentales: vida agrícola y vida urbana. Bina que retoma en 18,9; 31,28; 42,10 y que pervive en el NT: Mt 7,25, ICor 3,9: "labranza de Dios, edificio de Dios sois vosotros". Realmente la palabra profética de Jeremías entró y actuó en la historia como fuerza dialéctica: casi fue ella más protagonista que el propio profeta. (Por eso habrá que quemarla para hacerla inofensiva: cap. 36)” Schókel-Sicre, 424-425.

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la terminación del capítulo.

Y   tú cíñete, en pie, diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo:
que si no, yo te meteré miedo de ellos.
Yo te convierto hoy en plaza fuerte,
en columna de hierro,
en muralla de bronce,
frente a todo el país:
frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes
y los terratenientes;
lucharán contra ti,
pero no te vencerán,
porque yo estoy contigo para librarte
-oráculo del Señor- (1,17-19).
Los sacerdotes van a luchar contra el sacerdote Jeremías; es el orden establecido que el tímido profeta destruye. Los terratenientes, esto es, los ricos van a luchar contra este pobre que deshace seguridades sacras. Parece como si estuviéramos hablando no de los tiempos de Jeremías, sino de los tiempos de Jesús y de los nuestros.
Logroño, 2 de enero de 1993

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1.    Trayectoria histórica correspondiente a los años de Jeremías
Dentro de la tierra de Israel
El año 722 ha caído el Reino del Norte, llamado también Reino de Israel, con su capital Samaría. Queda sólo el Reino del Sur o Reino de Judá, con su capital Jerusalén, donde se perpetúa la dinastía de David. Los reyes que corresponden al período de Jeremías son los siguientes:
[- Manasés: 698-643. Tuvo 55 años de reinado en Jerusalén, el rey que más ha reinado.
Amón: 643-641. Hijo de Manasés; fue asesinado]
Josías: 641-609. Hijo de Amón. Muere en la batalla de Meguido
-   Año 627 (año 13o):
Vocación de Jeremías, según la lectura más común e Jr 1,2. Nacimiento de Jeremías, según la interpretación de otros.14
-   Año 622 (año 18o):
Hallazgo del Libro de la Ley (Deuteronomio), y reforma de Josías. Ningún indicio de la actividad de Jeremías durante el tiempo de la reforma (622-609).
Joacaz de Judá (609), hermano de Josías, que reinó tres meses; murió en Egipto.
Joaquín de Judá (609-598), hermano de Josías y Joacaz; murió, al parecer asesinado.
Jeconías (598), hijo de Joaquín, reinó tres meses.

14 En esta interpretación se entiende que el mismo nacimiento de Jeremías es su llamada profètica; comienza a ser profeta desde el seno de su madre, en el año XIII de Josías, y sus primeras actuaciones proféticas serían a los 18 años. Véase la introducción a Jeremías en el comentario de José María ABREGO DE LACY, Jeremías (El mensaje del Antiguo Testamento). Ediciones: Atenas, PPC, Sígueme, Verbo Divino 1993, Cronología "baja"para Jeremías, 21-23.

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Sedecías (597-586), hermano de Josías (tío de Jeconías).
En torno a la tierra santa: Judá entre Babilonia y Egipto
Asiría:
614 Caída de Asur, del reino de Asiría 612 Caída de Nínive, del reino de Asiría.
Babilonia suplanta a Asiría
609 Batalla de Meguido (dominio del Faraón Necó)
605 Batalla de Cárquemis (Nabucodonosor derrota al Faraón Necó): Babilonia, el enemigo del Norte.
Nabucodonosor (605-562)
Sucesos en la tierra santa15
604 Invasión de Palestina y derrota de Ascalón (en Filistea).
603 Leve resistencia de Joaquín y forzada sumisión a Nabucodonosor. 601 Derrota de Nabucodonosor en Egipto.
600 Rebelión de Joaquín.
598- 597 (diciembre-enero): Asedio de Jerusalén; 16 marzo 597, primera deportación: 10.000 judíos al destierro.
587 (5 enero): Comienza el asedio de Jerusalén.
586 (18 de julio): Caída de Jerusalén, segunda deportación.
Este es un esquema muy simple de historia. A grandes trazos, y tal como han quedado recogidos los sucesos en escasos documentos (y cuando se graban en piedra los cuentan los vencedores), el poder oscila entre los grandes, que en el momento, vencida la hegemonía de Asiría, son Babilonia y Egipto. Los reyes de Judá fluctúan; el "oportunismo" es una medida política que trata de sacar la mayor ventaja del momento presente y las decisiones que determinan la historia de los pueblos proceden en buena parte del oportunismo político.

15  La fijación de la cronología antigua es tarea más que ardua; nada extraño que al confrontar un comentario con otro hallemos, en ocasiones, un año de diferencia para algunos episodios.

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2. Esquema de alianza

La clave de lectura de esta historia de amor -Dios y su pueblo- es la Alianza. Se trata de un esquema absolutamente simple según el cual se quiere fundir fe e historia en una lógica indivisa. Hay un salto de fe que la mente profana no lo acepta, y la mente crítico-teológica lo tiene que reinterpretar.
El principio fontal es éste: Dios, por una iniciativa gratuita, se adelanta a hacer una alianza con un pueblo elegido entre todos los pueblos de la tierra. Un pasaje del Deuteronomio -libro muy ligado, por razones de tiempo y de espíritu, a la obra de Jeremías,- dice:
Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió no fue por ser vosotros más numerosos que los demás -porque sois el pueblo más pequeño-, sino que por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es un Dios fiel: a los que aman y guardan sus preceptos, les mantiene su alianza y su favor por mil generaciones; al que lo aborrece, le paga en persona sin hacerse esperar, al que le aborrece le paga en persona (Dt 7,7-10).
Desde esta alianza establecida por amor lo único que reclama Dios es amor, que se puede traducir por obediencia.
Obedecer a Dios es cumplir lo establecido en la alianza; por ejemplo la santificación del sábado -léase con atención Jr 17,19-2716-, o el espíritu de solidaridad con los oprimidos -con no menos atención medítese el veredicto contra el rey Joaquín en 22,13-1917.

16 Jeremías en la gran tradición profètica ha fustigado el culto, cuando el culto es vano soporte de una alianza que no se cumple. Y con todo, también en el mismo surco profètico, ha enaltecido el sábado, la observancia cultual del sábado en prácticas que se refieren al respeto del santuario. El texto al que aludimos no puede menos de evocamos la actitud de Jesús en la escena sinóptica y juanea de la purificación del Templo.

17                 y                                                                                                   /                                              .                            y .                      .
El oráculo contra Joaquín es uno de los ejemplos más impresionantes para valorar lo
que hoy llamamos "justicia social" como integrante de la alianza: ¡Ay del que edifica su casa con injusticia, piso a piso, inicuamente! Hace trabajar de balde a su prójimo, sin pagarle el

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Los profetas son los principales voceros de Dios para mantener vivo el espíritu de la alianza. Si el pueblo, por el mal gobierno de los reyes o por su propia rebeldía, se hurta al cumplimiento de la alianza, entonces él mismo se busca su destino, a saber su propia ruina. La obediencia o la rebeldía ante el Creador define la suerte propia
En esta concepción absolutamente simple de la historia, lo que cuenta para la prosperidad de un pueblo no es el caudal de sus recursos naturales, la potencia organizativa o militar, sino puramente el entrar en esta dinámica de obediencia a Dios.
He aquí un texto configurado con los presupuestos de esta teología:
El año cuarto del reinado de Joaquín [año 605], hijo de Josías, en Judá, que corresponde al año primero del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, recibió Jeremías este mensaje para todo el pueblo judío, y el profeta Jeremías se lo comunicó a todos los judíos y a todos los vecinos de Jerusalén:
Desde el año trece del reinado en Judá de Josías, hijo de Amón, hasta el presente -en total, veintitrés años-, he recibido la palabra del Señor y os la he predicado puntualmente, y no me habéis escuchado. El Señor os enviaba puntualmente a sus siervos los profetas, y no quisisteis escuchar ni prestar oído. Os exhortaban: "Que se convierta cada uno de su mala conducta y de sus malas acciones, y volverá a la tierra que el Señor os entregó a vosotros y a vuestros padres, desde siempre y para siempre. Y no sigáis a dioses extranjeros para servirles y adorarlos, y no me irritéis con las obras de vuestras manos, para vuestro mal".
No me escuchasteis -oráculo del Señor-, me irritasteis con las obras de vuestras manos, para vuestro mal. Por eso, así dice el Señor de los ejércitos: Puesto que no escuchasteis mis palabras yo mandaré a por los pueblos del norte y a por Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío;

salario... No le harán funeral cantando: ¡Ay, hermano mío, ay hermana!... Lo enterrarán como a un asno: lo arrastrarán y lo tirarán fuera del recinto de Jerusalén (Jr 22,13-19). Oráculo terrorífico, completado con otro del mismo calibre, cuando quemó el rollo de las palabras de Jeremías (año 605): Por eso, así dice el Señor a Joaquín, rey de Judá: No tendrá descendiente en el trono de David; su cadáver quedará expuesto al calor del día y al frío de la noche (36,30).

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lo traeré a esta tierra contra sus habitantes y los pueblos vecinos; los consagraré al exterminio, los convertiré en espanto, burla y ruina perpetua. Haré cesar la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido del molino y la luz de la lámpara. Toda esta tierra quedará desolada, y las naciones vecinas estarán sometidas al rey de Babilonia durante setenta años.
Pasados los setenta años -oráculo del Señor-, pediré cuentas al rey de Babilonia y a su nación de todas sus culpas, y convertiré en desierto perpetuo el país de los caldeos. Cumpliré en su país todas las amenazas que pronuncié contra él; todo lo escrito en este libro. Ellos, a su vez, estarán sometidos a muchas naciones y a reyes poderosos; les pagará sus acciones, las obras de sus manos (25,1-14).
El entramado teológico del texto nos da la concepción de la historia que tiene Jeremías18, y que de otro lado comparte la tradición profètica de Israel, y que puede resumirse en estos enunciados:
Io El verdadero, el eficaz protagonista de la historia humana -llámese historia universal o historia doméstica-, es Dios.19 2o El juicio sobre la historia de Israel, el Pueblo de la Alianza, se hace de acuerdo al funcionamiento de esa Alianza.
3o El juicio sobre los pueblos paganos se hace no de acuerdo a una alianza que no se estableció con tales pueblos, sino de acuerdo a "sus culpas".20

18 No interesa en este momento detenernos en la referencia de los 70 años, tema de la meditación posterior de Daniel, según se escribe: El año primero de Darío, hijo de Jerjes, medo de linaje y rey de los caldeos, el año primero de su reinado, yo, Daniel, leía atentamente en el libro de las profecías de Jeremías el número de años que Jerusalén había de quedar en ruinas: eran setenta años (Dn 9,l-3a).

19 Nabuconosor es ministro de Dios, "siervo mío" (25,9), como Ciro, luego sucesor de Nabucodonosor, será "Ungido" del Señor (Is 45,1). Te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías (Is 45,4). Véase la nota introductoria de la Biblia de Jerusalén a este capítulo 45 de Isaías.

20 A propósito de los w. 11-14. "Dios controla todo: el imperio pasa de un pueblo a otro, como él lo determina; un imperio, aun obrando injustamente (v wwn, 12), puede ser ministro del designio divino; él establece y comunica los plazos. - Se trata de un pensamiento maduro,

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3.     Pronunciamientos proféticos concretos de Jeremías sobre los sucesos de
la vida nacional
Entramos en un punto que es sumamente delicado. Con alta filosofía espiritual uno puede aceptar las tesis de los profetas sobre la marcha de la historia: es el hombre el autor de su propio destino y detrás, como guardián de todos, está Dios. El agnóstico tendrá otro tipo de pensamiento para dar razón del curso de la humanidad, de las ondulaciones, del flujo y reflujo de las civilizaciones, del apogeo y ocaso de los pueblos. La dificultad suma está cuando una postura concreta es rechazada o asumida como "voluntad de Dios", como "palabra de Dios".21

probablemente elaborado después de los sucesos, y que supone un escrito que tiene delante: todo lo esento en este libro. Podría referirse a las profecías contra Babilonia de los capítulos 50-51. El texto hebreo piensa en toda la serie de oráculos contra los paganos y se los atribuye todos a Jeremías" (Schokel-Sicre, 531).

21  Cuando la Guerra del Golfo hubo dos concepciones político-religiosas sobre los mismos hechos. Ante la "invasión" de Kuwait occidente, representado por los EE.UU. de América (Georges Bush), tras negociaciones sin resultado, decide el ataque con armas nucleares, no ha faltado la oración. Las naciones europeas, en general (España entre ellas), apoya la decisión de Bush. Y se siente que en todo ello hay una moral "fáctica" y oportunista, aun aceptando que haya un quebrantamiento del derecho internacional, como lo reconocen las Naciones Unidas. Irak, el pretendido agresor, bajo el mando de Sadam Hussein, y en nombre de Dios, entra en combate. Le apoya el gobierno (y su primer ministro es un cristiano), y en su mayoría, el mundo árabe, por ser árabe. El creyente que quiere encuadrar su fe en la Escritura se pregunta: ¿Cabe un veredicto profètico sobre semejante situación? Pensamos que sí (y lo pensábamos antes de que el Papa exhortara a no entrar en combate). El veredicto profètico era no entrar en combate, por cierto bien irreal en las condiciones maliciosas del mundo. Ganaron los EE.UU., el éxito le dio la razón y la historia sigue... / La actual rebelión zapatista en el estado de Chiapas, donde también se ha dado una horrible masacre, es un nuevo caso para la misma pregunta: ¿Hay una palabra profètica? La posición del obispo Samuel Ruiz (a quien diplomáticamente se ha querido descarta y acaso vía Nunciatura) parece encamarla... En todos estos planteamientos tengamos presente que el profeta debe actuar en aguas turbias, que ya Moisés se tomó la justicia por su cuenta y asesinó a un egipcio.

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Jeremías urge a determinaciones concretas de alcance nacional, presentándolas como palabra de Dios; en tanto que sus opositores, también "profetas" y en general barridos de la memoria histórica, no comparten sus pronunciamientos. Veamos, pues, una serie de palabras proféticas de Jeremías que conducen a determinada conducta.
1.     Año 609, al principio de Joaquín: Es posible evitar la catástrofe "si se convierte cada uno de su mala conducta y yo puedo arrepentirme del castigo que preparo contra ellos por sus malas acciones
Esta circunstancia está referida en el capítulo 26 del libro. Se puede decir que aquí comienza la Pasión de Jeremías. ¿Qué había ocurrido anteriormente? El año 622 se emprendió la reforma religiosa, preparada por la primera predicación de Jeremías (si el comienzo adulto de su ministerio es en el año 627) y por el descubrimiento del rollo de la Ley (la parte nuclear del libro del Deuteronomio). Se entibió el fervor de la reforma y el pueblo volvió a las andadas. Jeremías pronuncia su oráculo en el templo: Si las circunstancias siguen así, el templo será devastado y la ciudad arrasada. Yo trataré a este templo como el de Silo, y esta ciudad será fórmula de maldición para todas las naciones (v6)22.
Sacerdotes, profetas y toda la gente ante este oráculo blasfemo dicen: Eres reo de muerte (v9). De hecho otro profeta que no ha dejado escritos, Urías, fue ajusticiado por Joaquín (v23). Jeremías sufrió un juicio con clara disensión de opiniones y fue liberado del tumulto y de la muerte gracias a la eficaz interven­ción de Ajicán. "Entonces Ajicán, hijo de Safín, se hizo cargo de Jeremías para que no lo entregaran a ser ejecutado por el pueblo" (v24).
2.    Año 605, en el año cuarto de Joaquín: ¿Será posible evitar la catástrofe, si el pueblo no se ha convertido? En este año está fechado Jr 25,1-14. Acaba de subir al trono Nabucodonosor. Jeremías predica, recordando su ministerio anterior, que ha sido inútil, lo mismo que el de otros profetas. "No escuchasteis -oráculo del Señor-, me irritasteis con las obras de vuestras manos, para vuestro mal. Por eso, así dice el Señor de los ejércitos: Puesto que no escuchasteis mis palabras yo mandaré a por los pueblos del norte y a por Nabucodonosor" (25,7- 9).

22 . ...
El contenido de este capítulo es similar al discurso contra el Templo en 7,1-28.
Aunque allí no esté datado el discurso se lo asigna a este año de 609.

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Si conectamos este oráculo del capítulo 25 con los capítulos 19-20, como oráculos de la misma fecha y circunstancia -junto al Templo y en el atrio del Templo- vemos cómo se refuerzan los acontecimientos adversos. "Pasjur, hijo de Imer, sacerdote comisario del templo del Señor, oyó a Jeremías profetizar aquello; Pasjur hizo azotar al profeta Jeremías y lo metió en el cepo que se encuentra en la puerta superior de Benjamín, en el templo del Señor" (20,1-2). La Pasión de Jeremías se estrecha más a lo que ha de ser la Pasión de Jesús.
En este año cuarto de Joaquín, estando Jeremías en la cárcel, dicta a Baruc, para que los escriba el conjunto de los oráculos pronunciados contra Judá y Jerusalén.
El año cuarto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dirigió la palabra a Jeremías:
-  Toma el rollo y escribe en él todas las palabras que te he dicho sobre Judá y Jerusalén y sobre todas las naciones, desde el día en que comencé a hablarte, siendo Josías rey, hasta hoy. A ver si escuchan los judíos las amenazas que pienso ejecutar contra ellos y se convierte cada cual de su mala conducta y puedo perdonar sus crímenes y pecados. Entonces Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, para que escribiese en el rollo, al dictado de Jeremías, todas las palabras que el Señor le había dicho.
Después Jeremías le ordenó a Baruc:
-   Yo estoy detenido y no puedo entrar en el templo. Entra tú en el templo un día de ayuno y lee en el rollo que has escrito al dictado las palabras del Señor, de modo que las oiga el pueblo y todos los judíos que vienen de sus poblaciones al templo del Señor. A ver si presentan sus súplicas al Señor y se convierte cada cual de su mala conducta, porque es grande la ira y la cólera con que el Señor amenaza a este pueblo (36,1-7).
3.   Año 604, quinto de Joaquín: se agrava la situación espiritual con nuevos acontecimientos de rebeldía, quema del rollo de los oráculos. Baruc cumplió la orden de Jeremías, según continúa el relato del mismo capítulo.
Baruc, hijo de Nerías, cumplió todo lo que le mandó el profeta Jeremías, leyendo en el rollo las palabras del Señor en el templo.
El año quinto de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, el mes noveno, se proclamó un ayuno en honor del Señor para toda la población de Jerusalén y para los que venían de los poblados judíos a Jerusalén. En

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presencia de todo el pueblo leyó Baruc en el rollo las palabras de Jeremías en el templo... (36,8-10).
El rollo vuelve a ser leido por Baruc a los dignatarios de la corte de Joaquín; Yehudí lo lee ante el rey que, indignado, lo va destruyendo y quemando en el brasero en aquel invierno, diciembre del 604. "Ni el rey ni sus ministros se asustaron al oír las palabras del libro ni rasgaron sus vestiduras" (36,24). El rey no acepta las palabras escritas por Jeremías, bajo el mandato de Dios: que el rey de Babilonia vendrá ciertamente a destruir este país y aniquilar en él a hombres y ganado (v29).
La hostilidad contra Jeremías se cierne también con Baruc, que tiene que ocultarse: "Vete y escóndete con Jeremías, que nadie sepa dónde estáis" (vl9).
Nabucodonosor vence a los egipcios en Carquemis, y empieza una campaña de éxito en Siria, de la cual en determinado momento se retira. Joaquín no cede ante Nabucodonosor; pero Nabucodonosor entra en terreno de Judá y obliga a un tributo de vasallaje (603); luego el rey Joaquín se rebela contra Nabucodonosor, después de la derrota en Egipto. Jeremías, al igual que anteriormente Isaías, no acepta una alianza con Egipto para hacer frente a Nabucodonosor. Sería una táctica política que cae fuera de sus esquemas sacros de la marcha de la historia.
En resumen de todo este período. Los años del reinado de Joaquín reflejan la parte más abundante del libro de Jeremías; unos oráculos están datados, otros, sin fecha, se encuadran en esta época. Su tesis es ésta:
-   Aún es posible la salvación del desastre, si hay conversión.
-   En ningún caso las soluciones son las soluciones políticas.
-   Si no hay conversión, el desastre será pronto, espantoso y sin remedio.

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4.   Año 597: La carta de Jeremías a los primeros deportados a Babilonia (capítulo 29)
Jeremías escribe una carta a los primeros deportados23: "a los concejales, sacerdotes, profetas y al pueblo deportados por Nabucodonosor de Jerusalén a Babilonia. Fue después de marcharse el rey Jeconías con la reina madre y los eunucos y dignatarios de Judá y Jerusalén y los artesanos y maestros de Jerusalén" (29,1-2). La postura de Jeremías, que el profeta defiende como palabra de Dios, es clara y típica de su teología de aceptación de la voluntad de Dios en los acontecimientos: "Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos, casaos y engendrad hijos... pedid por la prosperidad de la ciudad adonde yo os desterré y rezad al Señor por ella, porque su prosperidad será la vuestra" (vv 5-7). Una visión bien distinta de los sentimientos que se expresan el salmo 137: "¡Cómo cantar un canto del Señor en tierra extranjera!".

5.    Año 594, año cuarto de Sedecías: Dios quiere que Judá, Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón se rindan ante Nabucodonosor.
El año cuarto del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor dirigió la palabra a Jeremías:
-   Así dice el Señor: Hazte unas coyundas y un yugo y encaj átelo en el cuello, y envía un mensaje a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón, por medio de los embajadores que han venido a Jerusalén a visitar al rey Sedecías. Diles que informen a sus señores: Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Decid a vuestros señores: Yo he creado la tierra y hombres

23                                           '                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             • • s
' El capítulo 6 del libro de Baruc (que en la Vulgata y Neovulgata sigue a jeremías y
Lamentaciones) comienza así: Carta de Jeremías a los desterrados conducidos a Babilonia por
el rey de Babilonia, en la cual les comunica lo que Dios le ha encargado. Se trata de una sátira
contra la idolatría, como ocurre en otros pasajes bíblicos. No es de Jeremías, sino que un
autor anónimo compuso este texto apoyándose en el dato auténtico de que Jeremías, en su
momento, envió una carta a los deportados. Algunas Biblias -tal la Biblia del Peregrino- editan
esta carta como libro aparte, como ya lo hizo la versión de los LXX.

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y animales... pues bien, yo entrego todos estos territorios a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo... Si una nación rinde el cuello y se somete al rey de Babilonia, le dejaré en su tierra, para que la cultive y la habite -oráculo del Señor-.
A Sedecías, rey de Judá, le hablé en los mismos términos: Rendid el cuello al yugo del rey de Babilonia, someteos a él y a su ejército, y viviréis (27,1- 12)
Jeremías ve la situación desde arriba. No acepta la resistencia ni la rebelión, aunque otros profetas la acepten. En esta visión transcendente de la historia no la acepta ni para Judá, ni para los reinos circunvecinos. Esto es tanto más llamativo cuanto que Israel nace como pueblo en libertad por la rebelión al Faraón. Es la paradoja de esta visión de Jeremías, que va a ser el hilo conductor de los acontecimientos que se suceden hasta la ruina total.
6.   Año 587 y sucesivos: Postura de Jeremías en el asedio y fin de Jerusalén: Dios quiere el sometimiento a Nabucodonosor.
Jerusalén es cercada por Nabucodonosor (587); todavía resisten Laquis y Azeca. Hay una sucesión de acontecimientos, referidos e interpretados en el capítulo 34, con esa peculiar visión de la historia, en la que insistimos. El cerco duró del año séptimo al año noveno de Sedecías.
En estas circunstancias ocurre el episodio de la liberación o manumisión de los esclavos. La palabra de Dios, en estas grave situación pide un acto de reconciliación interna: "que cada cual manumitiese a su esclavo hebreo y a su esclava hebrea, de modo que ningún judío fuera esclavo de un paisano suyo" (34,9). Este gesto de liberalidad -que la Ley exigía solamente cada siete años- es un signo de conversión. Jeremías ve en ello una posibilidad de salvación. Pero lo que empezó bien fue abortado.
Vosotros os habéis convertido hoy haciendo lo que yo apruebo, proclamando cada cual la manumisión para su prójimo y habéis hecho un pacto ante mí, en el templo que lleva mi nombre. Pero después habéis cambiado, habéis profanado mi nombre; cada cual ha vuelto a tomar al esclavo y a la esclava que había dejado libres y los ha sometido de nuevo a esclavitud.

30



Por eso así dice el Señor: Vosotros no me obedecisteis proclamando cada cual la manumisión para su prójimo y su paisano; pues mirad yo proclamo la manumisión -oráculo del Señor- para la espada y el hambre y la peste, y os haré escarmiento de todos los reyes de la tierra (34,15-17).
Ante los acontecimientos que irremediablemente se precipitan la postura espiritual de Jeremías es clara: rendirse, mas no como quien se rinde ante los hombres, sino como quien con humildad se rinde ante Dios.
Les dirás: Así dice el Señor: Yo os pongo delante el camino de la vida y el camino de la muerte. Los que queden en la ciudad morirán a espada, de hambre y de peste; los que salgan y se pasen a los caldeos sitiadores24, salvarán la vida, los apresarán como botín vivo. Porque me enfrento con esta ciudad para mal y no para bien -oráculo del Señor-. Será entregada al rey de Babilonia, que la pasará a fuego (21,10).
Esta muy clara la postura definitiva de Jeremías que no ha variado. Hay unos últimos encuentros que tuvo con el rey Sedecías, referidos en el capítulo 37. "Reza por nosotros al Señor, nuestro Dios", le dice el rey (37,37). Jeremías sabe que, aunque el ejército caldeo se ha retirado, ha de volver, y la ruina es cierta. En la última entrevista con el rey ocurre esto:
El rey Sedecías lo hizo traer y le preguntó en secreto en su palacio: ¿Tienes algún oráculo del Señor? Respondió Jeremías: Sí. Serás entregado en manos del rey de Babilonia (37,17).

24 Para las autoridades de Judá pasarse a los caldeos era deserción y traición, con perspectivas de cárcel si se lograba coger al individuo. Véase 37,13-16.



4.       ¿Resistencia o sumisión? Valoración de la postura de Jeremías y
valoración de la postura de sus adversarios, los "falsos profetas"
Frente a los sucesos nacionales, e incluso internacionales, hay dos posturas netas y encontradas.
1.    Postura nacional: resistencia
Una es la postura nacional, la que está sostenida por el rey y el gobierno y por un grupo de pensadores-profetas, que se llaman "los falsos profetas". Es la postura de estado: no rendirse, salvar la soberanía nacional. Utilizar para ello todos los recursos posibles, a saber la lucha, la resistencia cuando viene el ataque, la rebelión en el momento en que se encuentre oportunidad y fuerzas, las alianzas internacionales.
Es una postura totalmente legítima desde la política internacional: no ceder ante el orgullo de la propia nacionalidad, de los propios valores, de la propia tradición. Ser lo que se es hasta el final. Ante el imperialismo de los fuertes - llámese en una época Asur o en otra Babilonia- hacer frente aun a costa de la vida de los ciudadanos. Es la postura heroica, la más sana, la que en el trascurso de la historia ha determinado la configuración de las naciones. Babilonia no tiene motivos para imponer su expansionismo. El éxito o fracaso de una empresa no se puede medir por la cuenta de los muertos, sino por los valores que se persiguen, si es que todavía la sociedad sigue creyendo en los valores.25
Es totalmente comprensible que este pensamiento que pertenece a la dignidad nacional, y que es el único posible para un gobierno firme y fuerte, sea compartido, apoyado, promovido por una comente noble de pensamiento. Hay guías espirituales que piensan así. Desde el libro de Jeremías éstos son tachados de falsos profetas. Se trata de personas empeñadas en la salvación del pueblo, con una alta misión que cumplir, que pretenden infundir aliento al pueblo. Quieren

25
" Se ha de pensar que en una sociedad laica, como es la cultura de nuestra época, la legitimidad de lo que persiguen los movimientos "independentistas" (dígase Eta, descomposi­ción de las unidades de Yugoslavia, etc.) se ha de valorar por razones profanas de historia, de sociología y semejantes..., sin pretender imponer dogmatismos de estado. Etica de la sublevación, de la lucha armada... son puntos que merecen su propio y adecuado tratamiento.

32



crear futuro y esperanza desde el optimismo. No hemos de ver en los falsos profetas -pensamos- primordialmente a personas disolutas, sino figuras que tienen su peculiar visión de la causa nacional26.
Aparte de referencias diseminadas en el libro, los tres pasajes contra los falsos profetas en Jeremías son: 14,13-16; 23,9-32; 28-29.
Pero hay un punto esencial y determinante. Esta concepción de la vida nacional, legítima, es una concepción "laica", a saber, en ningún texto que nos haya quedado, se fundamenta esta visión del país en razones espirituales: motivos de fe y de alianza. La Resistencia de los Macabeos frente a la dominación griega en el siglo II políticamente era, o podía ser, tan discutible como la resistencia de Joaquín y Sedecías frente a Babilonia, pero en el planteamiento judío que se hizo la resistencia se llevó a cabo por la causa de la Ley. Por eso esa Resistencia produjo mártires; en tanto que en los tiempos de nuestra historia la resistencia sólo produjo muertos o deportados.
2.    Postura de Jeremías: sumisión
La postura de Jeremías es la postura débil. Es la postura de los cobardes o acaso la táctica de los prudentes27. Con esa postura no avanza la historia. La situación de momento se salva, pero no se crea futuro. De hecho los aconteci­mientos mostraron que el precio fue demasiado costoso. Desapareció la monarquía y el pueblo naufragó. Luego hubo que recomenzar la historia.
Pero -alguien objeta- tampoco es previsible la marcha posterior de la

26  Cierto que habrá que matizar esta afirmación, porque a los profetas, junto con los sacerdotes y otros dirigentes, se les acusa de ser los causantes del deterioro moral del pueblo: adúlteros y embusteros que apoyan a los malvados, para que nadie se convierta de su maldad (23,14). Se podrá comparar esto con el fenómeno del "fariseísmo" en tiempos de Jesús. Fueron recriminados por el Señor en sus posturas morales, pero la gran objección contra ellos fue su concepción religiosa acerca de Dios.

27                              *                                                                                                                              *
La prudencia táctica la ha tomado Jesús como dato para una parábola: "Si un rey va
a trabar batalla con otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez al que viene a atacarlo con veinte mil? Si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación a pedir la paz" (Le 14,31-32).

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historia...., y acaso la rendición oculte otros valores de alta moralidad, que son más constructivos para engendrar el nuevo pueblo que va a nacer. ¿Quién sabe...? O "Nunca se sabe", como dice El Principito. A lo mejor hay dos filosofías de la historia... o doscientas.
Si continuamos en este círculo de reflexiones, podemos desenmarcarnos de la postura de Jeremías, porque no salimos de un terreno opinable. O podemos quedarnos con él. Probablemente este hombre tímido y valiente pertenece a esa raza de los utópicos, nunca extinta, que sueñan en un mundo nuevo empuñando la bandera de la no-violencia, el antimilitarismo, la ecología... y emblemas parecidos, que ninguna sociedad hasta hoy los ha asumido en su código constitucional.
Preferimos, por opción libre, esta "filosofía" de la historia; renunciamos a dar la vida por la Patria (no por un decrépito anciano o por un niño desvalido), confiamos para el progreso humano más en las artes que en las técnicas...
Y    así podemos ir recitando nuestro Credo, plenamente defendible. Pero la Escritura no es una filosofía de la cultura. Por eso, mientras nos movamos en esta área, por muy noble que parezca, no captaremos lo que es la palabra de Dios.

5.    La integridad profètica de Jeremías: denuncia, anuncio, pasión
Los juicios y posturas de Jeremías, a quien vamos viendo como hombre sencillo, utópico y doliente, no son los pronósticos de un analista de la situación política, sino que dimanan de una ilación interna, a la que accede la fe. Esta es su visión:
-   El pueblo ha pecado: Dios se lo hará ver por el castigo.
-   Pero Dios es misericordioso, y lo mismo que castiga con la muerte, ruina y destierro, por amor nos sacará, y pronto, de tal situación.
-   Mi vida entera, con todo su dolor, está puesta a contribución de la palabra de Dios y de su causa.
Hay, pues, tres elementos que autentifican la verdad profètica de Jeremías: la denuncia, el anuncio de salvación segura, la solidaridad de su vida con su palabra y con el padecimiento de su pueblo.

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1.  La denuncia es áspera porque es la denuncia del pecado que está violando la alianza. Jeremías entiende que no hay profeta sin aspereza28. El altercado público entre el profeta Ananías y el profeta Jeremías pone en evidencia una nota que, según Jeremías, es connatural a la profecía. Es el tema del capítulo 28.
Ese mismo año, el cuarto del reinado de Sedecías en Judá [año 594], el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente:
-  Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, acaparó y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar -oráculo del Señor-. Porque yo romperé el yugo del rey de Babilonia.
El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo:
-   ¡Amén, así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tu profecía trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados.
Pero escucha lo que te digo a ti y a todo el pueblo: Los profetas que nos precedieron, a ti y a mí, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor. [...]
El profeta Jeremías dijo al profeta Ananías:
-  Escúchame, Ananías: el Señor no te ha enviado y tú induces a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: Yo te echaré de la superficie de la tierra. Este año morirás, por haber predicado rebelión contra el Señor.
El profeta Ananías murió aquel año, el mes de octubre.
2.    El anuncio de salvación, entendida como recuperación patria, como contrapartida del mal que se avecina, es una nota auténtica de Jeremías. Y esto

28                                                                              • ✓
Cuando hablamos del carisma de la profecía en el Nuevo Testamento podemos
referimos a la doctrina que Pablo expone en ICo 12-14. El profeta, en esta perspectiva, es
la persona (hombre o mujer) que, vibrando por el Espíritu, es capaz de edificar, exhortar,
animar (consolar); cf. ICo 14,3. Este es un discurso diferente, pero no entramos en el tema
de la profecía en el Nuevo Testamento.

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nos resulta sumamente notable, porque desde el horizonte humano, vista la avalancha de Babilonia, es más fácil "pronosticar" la ruina, que no salir garante de la restauración. Pero Jeremías no es un agorero ni un pronosticador, sino un profeta.
El capítulo 32 del libro, basado sobre un episodio concreto -la compra por parte de Jeremías en Anatot de un campo perteneciente a uno del clan familiar, de acuerdo a las leyes levíticas (Lv 25,25)-, es una muestra fehaciente de la promesa de salvación que anuncia el profeta. Al mismo tiempo es un resumen teológico de la postura que ha desarrollado Jeremías.
Ocurre durante el asedio de Jerusalén, en el año diez de Sedecías y dieciocho de Nabucodonosor (587). El episodio familiar, la simple compra de un campo, va a ser un episodio profètico, precedido de una revelación: "El Señor me ha dirigido la palabra: Hanamel, hijo de tu tío Salún, vendrá a decirte: Cómprame el campo de Anatot, porque a ti te corresponde rescatarlo comprándolo. Y vino a visitarme mi primo, como había dicho el Señor, al atrio de la guardia, y me dijo: Cómprame el campo de Anatot, en territorio de Benjamín, porque a ti te corresponde rescatarlo y adquirirlo: cómpramelo. Yo comprendí que era una palabra del Señor" (w. 7-8).
La compra se hace con acta notarial ante testigos y ante los judíos. Se deposita el contrato en manos de Baruc. A la compra sigue una larga oración de Jeremías, reconocimiento del proceder divino y acto de fe en la fidelidad de Dios. La oración termina así: "Mira, los taludes llegan hasta la ciudad para conquistarla, la ciudad está entregada en manos de los caldeos, que la atacan con la espada, el hambre y la peste. Sucede lo que anunciaste, y lo estás viendo. Y tú, mi Señor, me dices: ’Cómprate el campo con dinero, ante testigos’, mientras la ciudad cae en manos de los caldeos" (vv. 24-25).
Sigue un oráculo muy amplio: castigo y restauración. Y la restauración con la perspectiva final de la nueva alianza: "Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Les daré el corazón entero y una conducta íntegra, para que me respeten toda la vida, para su bien y el de sus hijos que los sucedan" (vv. 38-39).
3. La pasión de Jeremías es el tercer rasgo que lo autentifica como profeta verdadero, solidario con su palabra y con su pueblo.
Si en el título de estas hojas hemos puesto a Jeremías a la sombra de Jesús,

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ha sido, sobre todo, por la pasión del profeta. Hay una pasión del corazón, vivamente expresada en las confesiones, y con ella una pasión de persecuciones, cárcel, amenaza de muerte y alejamiento en Egipto.
El compromiso con la palabra recibida de parte del Señor le ha hecho vivir en fuerte tensión; ha experimentado lo que es vivir en disensión, en oposición, frente a los poderosos. Las actuaciones públicas en el atrio del templo o cara al Valle de Ben Hinón han sido interpretadas como provocativas y desafiantes. Jeremías rompe una jarra de loza ante concejales y sacerdotes en el atrio del templo. "Pasjur, hijo de Imer, sacerdote comisario del templo del Señor, oyó a Jeremías profetizar aquello; Pasjur hizo azotar al profeta Jeremías y lo metió en el cepo que se encuentra en la puerta superior de Benjamín, en el templo del Señor" (20,1-2). Esto era el año 604.
Durante el asedio de Jerusalén, el año 587, Jeremías padece un nuevo encarcelamiento con condena a muerte. El pudo pasarse a los caldeos y haber tenido su estado cómodo en Babilonia, dado su prestigio y la "política" de rendición que en todo momento defendía. En un momento en que afloja el cerco de Jerusalén y él va a su tierra de Benjamín "para repartirse una herencia con los suyos" (37,12) se ha juzgado desertor. "¿Con que te pasas a los caldeos? Respondió Jeremías: Mentira. No me pasó a los caldeos. Pero Yirayas no le creyó, sino que lo detuvo y lo llevó a los dignatarios. Los dignatarios se irritaron contra Jeremías, lo hicieron azotar y lo encarcelaron en casa de Jonatán, el escribano -que había convertido en cárcel-. Así entró Jeremías en el calabozo del sótano y allí pasó mucho tiempo" (37,13-16).
El capítulo siguiente (Jr 38) habla de la condena a muerte por los dignatarios o consejeros del rey. Sedecías se siente impotente. "Ellos prendieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo" (38,6). Si es fiable la cronología tradicional (del nacimiento en torno al 650), Jeremías en aquel momento tiene más de 60 años...
Al fin se logra liberarlo por influjo de Ebedmélec, un eunuco nubio, que vivía en palacio. Poniéndole trapos debajo de los sobacos le suben del aljibe y pasa al patio de guardia (38,13); allí estuvo hasta el día de la conquista de Jerusalén. Es decir, Jeremías es el profeta encarcelado; ahora bien, podía añadir como un día Pablo: Pero la Palabra de Dios no está encadenada (2Ti 2,9).

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Tras la ruina de Jerusalén se encuentra encadenado entre los deportados rumbo a Babilonia. Nabusardán le brinda una elección: "Yo te suelto hoy las cadenas de tus brazos. Si quieres venir conmigo a Babilonia yo te cuidaré; si no quieres venir conmigo a Babilonia, déjalo. Toda la tierra está delante de ti, y puedes ir donde te parezca bien" (40,4).
Tras estas circunstancias catastróficas todavía piden a Jeremías que rece al Señor y consulte. Jeremías reza y consulta y tras diez días da la respuesta: Permanecer en la tierra de Judá, sin rebelarse, sometidos a los babilonios. Se rebelan y pretenden un refugio en Egipto. Jeremías sigue predicando en Egipto, último acto de solidaridad con su pueblo. Y no sabemos más de él. Probablemente murió allí, en la tierra de la esclavitud, desde donde había empezado la liberación.
Murió... en la cruz, abandonado, como Jesús.

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Las dos experiencias mayores del lector espiritual de la Biblia son éstas: haber tocado el amor de Dios (o mejor, haber sido tocado porel amor de Dios), amor de un Dios personal, y haber sondeado el abismo sin fondo del pecado, del pecado mío.
El pecado será, sin duda, un destrozo del "orden de la naturaleza", de la norma objetiva, de lo que filosófica y sabiamente se pueda llamar "ley natural"... Será, pero todo eso es corto. La palabra última acerca del pecado es el quebrantamiento de una relación personal. Esta es su magnitud. Si no hubiera detrás del pecado una persona ofendida diríase que no habría pecado. Ofenderme a mí mismo se podría considerar como una frivolidad pasajera e inocua..., si es que al ofenderme a mí no le estuviera dañando a El en las niñas de sus ojos.
Quizás convendría olvidar -al menos de momento- esquemas aristotélicos de virtudes y pecados, para recuperar en su simplicidad estremecedora el pecado como ingratitud, como descaro, como desamor de la esposa. La sacudida que el pecado produce en Dios es la ira de Dios. "Yo reboso de la ira del Señor y no puedo contenerla" (6,11).

Imágenes del amor que resplandecen con muchos matices.
1.    He aquí la imagen de la prostituta.
Y   tú, ¿qué haces que te vistes de púrpura, te enjoyas de oro, te alargas los ojos con negro?
En vano te embelleces, tus amantes te rechazan, sólo buscan tu vida (4,30).

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Esta cortesana prostituta, arrancada de un friso egipcio o babilonio es Sión. Sus amantes, que le enredan en veleidades y amoríos, son los poderes del mundo de los cuales, lejos del Dios de la alianza, se espera salvación.¡Qué engaño! Tus amantes te rechazan... y te van a matar.
La imagen de la prostitución afecta sobre todo al pecado-eje de Israel: la permanente tentación de una religiosidad fácil, tangible a los dedos, una religiosidad inmediata, figurativa, esto es, los ídolos como cómoda suplencia de Yahweh. En el capítulo segundo encontramos la pintura de la prostituta en todo su furor sexual, primario como el ansia de una hembra animal.
En cualquier colina alta, bajo cualquier árbol frondoso, te acostabas y te prostituías. ...
Mira en el valle tu camino y reconoce lo que has hecho, camella liviana de extraviados caminos, asna salvaje criada en la estepa, cuando en celo otea el viento,
¿quién domará su pasión?
Los que la buscan no necesitan cansarse, la encuentran encelada.
Ahórrales calzado a tus pies,
sed a tu garganta;
tú respondes: ¡De ninguna manera!
Estoy enamorada de extranjeros y me iré con ellos (2,20.23-25).
Ya Israel, la que cayó en Samaría, había sido apóstata del amor y prostituta. "Se ha ido por todos los montes altos y se ha prostituido bajo todo árbol frondoso" (3,6). Así hizo la hermana mayor, y la pequeña, Judá, ha sido peor: "con su fácil prostituirse, infamó el país, porque cometió adulterio con la piedra y el leño" (v9).
2.     La imagen de la prostituta estremece porque en ella subyace la imagen bella de la esposa.
Recuerdo tu cariño de joven, tu amor de novia,

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cuando me seguías por el desierto, por tierra yerma.
Israel era sagrada para el Señor, primicia de su cosecha: quien osaba comer de ella lo pagaba, la desgracia caía sobre él -oráculo del Señor- (2,2-3).
¿Acaso olvida una joven sus joyas, una novia su cinturón?
Pues mi pueblo me tiene olvidado un sinfín de días (2,32).
Desde la belleza del amor y de la relación humana ideal, que es la relación de los enamorados en pareja, se entiende la tragedia del pecado como ingratitud. Dios es "mi amigo de juventud" (3,4), es decir, el esposo de la luna de miel. Pecar es cambiar de Dios, cambiar de marido, cambiar de naturaleza. Jeremías estira sus frases de asombro. "Navegad hasta las costas de Chipre y mirad... ¿Ha sucedido algo semejante? ¿Cambia un pueblo de dios? Y eso que no es dios..." (2,10-11). "¿Abandona la nieve del Líbano las rocas escarpadas? ¿Se corta el agua fresca que fluye caprichosa? Pues mi pueblo me olvida y sacrifica a una ficción" (18,14-15).
3.    Hay otros términos de relación humana para poder hablar del pecado. Así la relación de "padre-hijo", que es opuesta a la de " dueño-esclavo". "¿Era israel un esclavo o un nacido en esclavitud? Pues ¿cómo se ha vuelto presa de leones que rugen contra él con gran estruendo?" (2,14). Israel es el hijo; cuando peca se hace esclavo.
* * *
En resumen, e insistiendo fuertemente: Para poder hablar del pecado con la sensibilidad del dato revelado, tenemos que hablar de él como ruptura de una relación de amor previamente establecida. Lo que supone un sentido vivo de la presencia de Dios en la historia, como la verdad apabullante de la fe. Dios se ha adelantado y está delante. Desde aquí seamos cautos frente a representaciones científicas del pecado (malicia objetiva, etc.), representaciones válidas, por supuesto, pero pálidas si no se parte del "quid" de la cuestión.

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2. El pecado fundamental

1.  La síntesis de la "teología moral fundamental" (!) de Jeremías es ésta: alianza y obediencia. He aquí, entre tantos, un texto muy representativo.
Palabras que el Señor dirigió a Jeremías:
-   Escucha los términos de esta alianza y comunícaselos a los judíos y a los vecinos de Jerusalén.
Diles: Maldito el que no acate los términos de esta alianza que yo impuse a vuestros padres cuando los saqué de Egipto, de aquel horno de hierro: Obedecedme y haced lo que os mando; así seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios (11,1-4).
Según esta visión dinámica de la existencia moral, pecar es desobedecer a Dios, no hacer caso de la alianza.
2.  La forma prototípica de todo pecado es pasarse de un Dios a otro dios. Este es el pecado que acusan todos los profetas. Dirá el filósofo que siempre que uno falla del recto orden hace ese paso: del Dios verdadero al dios que uno se forja. En la historia de Israel esto significa algo más concreto, y es el permanente peligro de la idolatría. Dicho en términos de nuestra cultura: sustituir al Dios viviente de la fe -Dios amoroso, Dios desconcertante, Dios absoluto-, por el Pseudo-Dios de una religiosidad miope, interesada, fácil, contentadora. Para Israel era ver el ídolo, tocar la imagen, rezar a quien te puede dar lluvia, frutos de la tierra, fecundidad en los animales. El servicio a estos dioses lleva a la magia y al servilismo, a aberraciones como la ofrenda de sacrificios humanos, de los que habla Jeremías cuando censura el culto de imágenes junto al Templo, en el Valle de Ben Hinon (la Gehenna): 7,29ss; 19,5ss. "Construyeron ermitas a Baal, donde quemaban a su hijos como holocaustos en honor de Baal; cosa que no les mandé, ni les dije, ni se me pasó por la cabeza" (19,5)

3.   Los pecados
1.    Judá termina en ruina por sus pecados. Pero ¿cuáles son estos pecados? ¿hay unos pecados determinados y específicos por los cuales ha venido la irremediable desgracia?

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Nos parece que Jeremías hace, ante todo, una valoración totalizadora de la historia. El Non serviam (2,20) es una constante de su historia. Expresamente lo dice el profeta: "Desde antiguo has roto el yugo y hecho saltar las correas diciendo: No quiero servir". Jeremías vive un fragmento de la historia, pero constata que el estilo permanente de su pueblo ha sido la rebeldía. A esto ha de venir luego la promesa de la Nueva Alianza.
2.    Al hablar del pecado, pensamos primero en los responsables.
Me dije: éstos son
pobretones e ignorantes,
no conocen el camino del Señor,
el precepto de su Dios;
me dirigiré a los jefes para hablarles,
pues ellos sí conocen
el camino del Señor,
el precepto de su Dios.
Pero todos juntos rompieron el yugo, hicieron saltar las correas (5,5).
Hay dos responsables que reiteradamente son mencionados: los profetas y los sacerdotes29. Es bien significativo que ambas clases sean las más mencionadas, porque son las personas más determinantes para la marcha espiritual del país. El, Jeremías, puede sentir en carne viva lo que significan ambas recriminaciones, porque él es del gremio de los sacerdotes y profeta designado.
La corrupción de la profecía es la frivolidad, anunciar Schalom, schalom!, cuando no hay paz, no existen perspectivas de paz: falsas promesas (4,10; 6,14; 14,13; 23,17; 28,8-9). Y la corrupción de la profecía y del sacerdocio es aprovecharse el propio honorable oficio para medrar: "del primero al último sólo buscan medrar, profetas y sacerdotes se dedican al fraude" (6,13; ver también 8,10). La codicia y el lucro ha sido una de las recriminaciones más frecuentes de la tradición profética.
3.   Para calificar pecados nos situamos siempre en el entramado de la alianza. El rechazo de los profetas que Dios envía (5,12-13; 6,16-17), el rechazo de la

29 En este contexto de jefes espirituales y "pastores" véase 2,8; 5,31; 10,21; 14,18. El rey carga con una responsabilidad especial: 21,11-12; 22,13-19.

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palabra (6,10) es pecado primordial.

Lo que quebranta la alianza es lo que se opone a las cláusulas de ese orden que Dios quiere para su pueblo santo. Los desórdenes de la sexualidad son mencionados:
Yo los sacié, ellos fueron adúlteros, se iban en tropel a los burdeles; son caballos cebados y lascivos que relinchan
cada cual por la mujer de su prójimo (5,7-8).
Pero es más grave la opresión de los humildes, la estafa al hermano, el quebrantamiento de esas relaciones de hermandad que pide la alianza (ver texto como 5,27-28; 9,3-5; 12,1-5).
4.     El templo puede ser el engaño del pueblo. La recriminatoria del capítulo 7 es uno de los textos más célebres de la literatura profètica: "No os hagáis ilusiones con falsas razones, repitiendo: ¡el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor! Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente los pleitos, si no explotáis al emigrante, al huérfano y a la viuda..., entonces habitaré con vosotros en este lugar" (7,4-7).30
En resumen, el Dios de la alianza es el Dios viviente, y su servicio, en la sinceridad y verdad, ha de ser implantando en la vida la voluntad de Dios.

Logroño, 19 enero 1994

30 Ver también 25,1-14; 26,1-19.

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Asociamos a Jeremías un libro aparte, un pequeño poemario que los traductores griegos de la Biblia titularon Lamentaciones de Jeremías, Threnoi Ieremiou, título que pasó a la Vulgata.31 En la Biblia Hebrea este pequeño volumen es uno de los cinco meguilloth (rollos) -Rut, Cantar, Qohélet, Lamenta­ciones y Ester-, cuya lectura estaba reservada a determinadas fiestas. Las Lamentaciones se leían el día 9 del mes de Ab (julio-agosto), aniversario de la ruina de Jerusalén y el Templo por orden de Nabuconodosor, aniversario también más tarde -cosa sorprendente- de la destrucción del segundo Templo por los romanos.
En hebreo, sin título, el libro es designado por la primera palabra que lo abre: Ekah...!,32 que significa: ¡Ay...! Es un ¡ay! plañidero de dolor; el pequeño libro es un gemido, una colección de endechas, un manojo de ayes..., de lamentacio­nes, el Llanto por Jerusalén.33


Jeremías había gemido por su pueblo y había pronunciado poemas desgarrados penetrados de dolor en tono condolido y elegiaco. Veamos

•31
El Ordo lectionwn Missae eu sus Prenotandos advierte: "Se dirá Lamentaciones y Carta a los Hebreos, sin mencionar a Jeremías ni a Pablo" (n. 122e). Es evidentemente una toma de postura crítica de acuerdo a la exégesis actual.

32
La palabra aparece en 1,1; 2,1; 4,1.

33*                                                                                                                                        y
En lingüística la Academia reconoce la palabra Trenos, procedente del latín, y este término, a su vez, del griego. Treno es: "1. Canto fúnebre por alguna calamidad o desgracia. 2. Por antonomasia, cada una de las lamentaciones del profeta Jeremías" (Diccionario de la Real Academia Española). Hay incluso una palabra erudita ligada a las lamentaciones: "Jeremiada. (De Jeremías). Lamentación o muestra exagerada de dolor" (Diccionario RAE).

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¡Ay de mí, qué desgracia, mi herida es incurable!
Yo que decía:
Es una dolencia, me aguantaré.
Mi tienda está deshecha, las cuerdas arrancadas, se me han ido los hijos y no queda ninguno, no hay quien plante mi tienda y sujete las lonas.
Los pastores están embrutecidos, no consultan al Señor, por eso no atinan,
y los rebaños se desperdigan (10,20-21).
Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche, sin cesar, por la terrible desgracia de la capital de mi pueblo, por su herida incurable.
Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
profetas y sacerdotes
recorren el país a la aventura (14,17-18).
La Biblia griega tras el título pone un versículo inicial de este tenor: Y ocurrió que después de haber sido deportado Israel y haber quedado Jerusalén desierta, se sentó Jeremías a llorar y entonó este lamento sobre Jerusalén.34 El contexto vital de estos poemas -cuatro elegías y una oración conclusiva- es la liturgia

34  La atribución de las Lamentaciones al profeta Jeremías que hacen los LXX puede provenir de una especie de deslizamiento de un texto de las Crónicas, a saber: "Todo Judá y Jerusalén hizo duelo por Josías. Jeremías compuso una elegía en su honor, y todos los cantores y cantoras siguen recordándolo en sus elegías. Se han hecho tradicionales en Israel; pueden verse en las Lamentaciones" (2Cr 35,24-25). Este testimonio no vale como fundamento crítico para atribuir las Lamentaciones a Jeremías; pero nos resulta interesante para saber que en el tiempo de las Crónicas, bajo el segundo Templo, había Lamentaciones y cantores y cantoras que las entonaban.

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penitencial, liturgia que posiblemente era liturgia conmemorativa de la desgracia. Pudieron nacer en la época del destierro, como recuerdo desgarrado y penitencial, pudieron nacer posteriormente...35 El significado espiritual sería el mismo.

2.    Acceso a estos poemas
1.    Vía estética: poemas plañidos
Es bueno recordar lo que decíamos en la directrices de introducción a propósito del embrujo -del misterio- de la palabra como transmisora de sentido. Quien habla se comunica, y la carga de comunicación no está, o puede no estar, tanto en la densidad de las ideas cuanto en otros elementos de belleza formal y sensitiva que producen el contagio y trasvase anímico. Lo que se dice es importante y no menos el modo de decirlo, de forma que en nuestra cultura de la imagen ha quedado este eslogan, síntesis de las enseñanzas de un maestro ya desaparecido: El medio es el mensaje (Mac Luhan). Se refería al poder comunicativo del cine, que avasalla el corazón por la imagen, por el "medio".
Tenemos en la literatura española de este siglo la elegía de Federico García Lorca por la muerte de un mítico torero, titulada Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de 1935, pieza de antología con una fuerza abrumadora de contagio y emoción. El toque estético consigue de modo perfecto la emoción que el poema quiere suscitar. El canto comienza:
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.

35   A modo de indicio de cómo están el asunto crítico de la composición de las Lamentaciones, valgan estas frases de N. FERNÁNDEZ MARCOS en la introducción al libro de las Lamentaciones en: F. CANTERA BURGOS - M. IGLESIAS GONZÁLEZ, Sagrada Biblia. Versión crítica sobre los textos hebreo, arameo y griego. BAC maior. Madrid 1975. "Todos los cantos fueron compuestos después del 587 a.C. y probablemente antes del cambio de situación en 538, aunque hay autores que, a excepción del canto 2, fechan los demás en el s. II a.C. No podemos precisar si se escribieron en Palestina o en el exilio bailónico. Tal vez deriven de un mismo autor (aunque el 3 y el 5 difieren, al menos en al forma, del resto) por al semejanza de lenguaje, estilo y contenido, autor que por el refinamiento estilístico podría pertenecer a la clase culta" (p. 772).

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Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y solo muerte a las cinco de la tarde.

La elegía tiene cuatro movimientos: La cogida y la muerte, La sangre derramada, Cuerpo presente, Alma ausente. En "la sangre derramada" canta, entre tantos versos:

¡Que no quiero verla!
Dile a la luna que venga, que no quiero ver la sangre de Ignacio sobre la arena. ¡Que no quiero verla! [...] ¡Que no quiero verla!
Que mi recuerdo se quema. ¡Avisad a los jazmines con su blancura pequeña! ¡Que no quiero verla!
No se cerraron sus ojos cuando vio la muerte cerca, pero las madres terribles levantaron la cabeza. [...] No hubo príncipe en Sevilla que comparársele pueda, ni espada como su espada, ni corazón tan de veras.

Como un río de leones su maravillosa fuerza, y como un torso de mármol su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza le doraba la cabeza donde su risa era un nardo de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra! [...] ¡Qué tremendo con las últimas banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba abren con dedos seguros la flor de su calavera.
Y    su sangre ya viene cantando: cantando por marismas y praderas...

¿Cuál es "el mensaje"? El mensaje, el envío que expide el poema, es el temblor emotivo de un escena que pasa a ser nuestra, cual si la muerte de Ignacio Sánchez Mejías fuera mi desgracia y derrumbe. Sería despropósito pedir al poema ideas (por lo demás, clásico en muchas estrofas, surrealista en otras); lo que da y lo que hay que pedirle es llanto.
Es un paralelo para pasar a las Lamentaciones, al Llanto por Jerusalén. La belleza formal de las palabras, el juego y el estilo de la elegía son esenciales para el sentido, esto es, para que los ojos se hagan fuente, y fluyan las lágrimas de no

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sé qué intimas concavidades. Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche, sin cesar, por la terrible desgracia de la capital de mi pueblo... (14,17).
Los cuatro primeros poemas, los que son propiamente las lamentaciones, han utilizado un recurso estilístico cómodo para el recitador y caprichoso. El alefato hebreo36 se compone de 22 letras; cada una de ellas por orden sirve en estas composiciones para iniciar el verso. El que va recitando ya sabe por dónde ha de seguir. Un recurso similar se ha empleado en el salmo 119, construyendo 22 estrofas de laudes y deliquios a la Ley del Señor, repitiendo ocho veces en la misma estrofa el término Torà o sinónimos y aproximados. La acumulación en este caso es sentido.
Así pues, el arte literario pertenece al efecto comunicativo de la elegía. Y a ello se añade la cantinela, que en este caso es imprescindible. Si La Ordenación de la Liturgia de las Horas observa que "todos los salmos están dotados de cierto carácter musical que determina el modo adecuado de recitarlos"37, bien se puede afirmar otro tanto de los trenos, que, según las Crónicas, cantores y cantoras los cantaban o, más bien, los plañían. Hemos conocido en los años anteriores a la reforma litúrgica en los Maitines del Triduo Sacro el canto de las Lamentaciones. Era en esos Maitines la pieza esperada: De lamentatione Jeremiae prohetae. Había diversas tonadas. La más florida la visigótica, que se detenía con unos caprichos musicales al enunciar, antes de cada estrofa, la letra del alefato. Esos gemidos o "jipíos" lacerantes nos recuerdan el substrato árabe de nuestra patria.
Y    terminaban con una interpelación profètica: Jerusalem, Jerusalem, convertere ad Dominum Deum tuum. Al regresar de nuevo las Lamentaciones a la liturgia de la Semana Santa habrá que pensar que la forma de proclamación cantada pertenece al sentido.
2.    Vía afectiva: los bienes perdidos
Cuando Israel se lamenta por Jerusalén sangra por sus propias heridas, porque

36  Si hablamos de abecedario (a,b,c...) y alfabeto (alfa, beta...), también la real Academia de la Lengua reconoce la palabra alefato: "(De la primera letra del alfabeto hebreo aleph). Serie de las consonantes hebreas", como la palabra "alifato", referida al árabe, donde la primera letra es alif.

37 Ordenación general de la Liturgia de las Horas, 107.

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lo que llora no es una desgracia de la humanidad, sino su pura desgracia. Se llora a sí mismo. Sin este sentido de apropiación la elegía queda a medio camino. No es lo mismo llorar en una representación haciendo memoria de un acontecimiento lamentable, que nos apena pero que es ajeno a nosotros mismos, no es lo mismo que llorar cantando la propia desgracia que nos ha acontecido. Con la ruina de Jerusalén lo hemos perdido todo. Esto nos lleva al punto inmediato del tránsito cristiano para empalmar realmente con el peso de las Lamentaciones.

1.   Lanzarse en el Espíritu: lectura espiritual. Lo que da categoría "espiritual" a una lectura que convenimos en llamar lectura espiritual porque extrae el "sentido espiritual" es el simple hecho de que se realiza bajo la moción viva del Espíritu. El reciente documento, citado al principio, orienta con precisión la búsqueda del sentido espiritual de la Escritura.38 "Como regla general, podemos definir el sentido espiritual, entendido según la fe cristiana, diciendo que es el sentido que brota de los textos bíblicos cuando son leídos, bajo el influjo del Espíritu Santo, en el contexto del misterio pascual de Cristo y de la vida nueva que de ahí dimana".39
Traspasamos tiempos y hacemos de la historia, compuesta de etapas sucesivas y fragmentarias, una historia única, presidida por la Cruz de Cristo, y bajo el influjo del Espíritu lloramos por Jerusalén: su ingratitud, su abandono y soledad..., y desde la humillación elevamos con confianza el corazón convertido... ¿Son realidades presentes?
2.     El presente y el pasado en las Lamentaciones. La TOB (Traduction

io                                  t t                       t                                                 t t
Completamos la nota 2 diciendo que existe ya, al menos, en estas ediciones: PONTIFICA COMMISSIONE Biblica, L’interpretazione della Bibbia nella Chiesa. Discorso de Sua santità Giovanni Paolo II e Documento della Pontifìcia Commissiones Biblica. Libreria editrice Vaticana, (Collana "Documenti Vaticani", 9). Città del Vaticano 1993. 126 págs.; véase también en la Documentation Catholique [enero 1994].

39 •                                                                          •                                                                  •                                                           ^
L’interpretazione della Bibbia nella Chiesa, 74.

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Oecuménique de la Bible)40advierte atinadamente en el primer versículo del libro: "Los verbos que están en perfecto los traducimos por lo general en presente, para subrayar que la ruina de Jerusalén y del Templo se revive cada vez gracias a la lectura litúrgica (p.e. en el aniversario de la destrucción del Templo de Salomón); la comunidad reactualiza entonces los sucesos pasados. Las derogaciones a este principio de traducción sobrevienen cuando el contexto muestra claramente la anterioridad de determinada acción con respecto a otra (1,10.18-21; 2,17) o cuando conviene subrayar la perspectiva histórica, en el caso de que Jerusalén hable de su pasado (1,13-15). Otros traductores prefieren leer el conjunto de los perfectos hebreos en tiempo pasado; en esa perspectiva se toma el libro como testimonio histórico de sucesos vividos en un tiempo"41.
Este criterio es válido desde la estilística y es importante desde el sentido de la celebración litúrgica, celebración impregnada del misterio y de la presencia. Por esa senda va la lectura espiritual.

1.    El dolor
El dolor, por la magnitud de los bienes perdidos, tiene carácter de tragedia.
¡Qué solitaria está la ciudad populosa!
Se ha quedado viuda la primera de las naciones; la princesa de las provincias en trabajos forzados.
Pasa la noche llorando, le corren las lágrimas por las mejillas.
No hay nadie entre sus amigos que la consuele;
todos sus aliados la han traicionado, se han vuelto enemigos (1,1-2).
Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad, fijaos:
¿Hay dolor como mi dolor? ¡Cómo me han maltratado!

40 A nuestro parecer la Biblia más completa de todas las Biblias manuales en cuanto a pureza de exégesis y a referencias internas de sentido.

41  Traduction Oecuménique de la Bible. Edition intégrale. Paris, les Editions du Cerf / Les Bergers et les Mages. Vol. I. Ancien Testament (1975), p. 1637.

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El Señor me ha castigado el día del incendio de su ira (1,12).
El destrozo es total. Ha caído sobre niños (1,5.20; 2,4.11.19.20.22; 4,4.10; 5,13); doncellas (1,4.18; 2.4.10.21; 5,11), muchachos (1,15.18; 2,21; 4,16; 5,12.14), ancianos (1,19; 2,10.21; 4,16; 5,12.14), sacerdotes (1,4.19; 2,6.20; 4,16), profetas (2,9.20) y reyes (1,6; 2,2.6.9; 4,20; 5,12). El hambre es una imagen fatídica. Los cuerpos se han resecado y ennegrecido por el hambre, una estampa que trae a la imaginación fatídicas imágenes televisivas de Etiopía y Somalia..., escenas angustiosas de Bosnia.
Sus príncipes eran más limpios que la nieve, más blancos que la leche;
eran más rojos que corales, con venas como zafiros;
ahora están más negros que hollín, no se les reconoce en la calle,
sobre los huesos se les arruga la piel, reseca como leña (4,7-8).
Trágica imagen la de los niños que piden a sus madres pan y mueren de hambre en los brazos.
Muchachos y niños de pecho desfallecen por la calles de la ciudad. Preguntaban a sus madres: ¿dónde hay pan y vino?, mientras desfallecían, como los heridos, por las calles de la ciudad,
mientras expiraban en brazos de sus madres (2,11-12).
¿Y qué pensar de los dos textos en los cuales se representa a las madres comiendo a sus hijos?
¿Cuándo las mujeres se han comido a sus hijos, a sus hijos tiernos? (2,20).
Las manos de mujeres delicadas cuecen a sus propios hijos y se los comen mientras se derrumba la capital de mi pueblo (4,10).
Nos resistimos a ver en estas escenas horripilantes sucesos reales..., es demasiado infernal. Queremos, mas bien, pensar en otra figura, una especie de salto profètico en el espanto..., una especie de amenaza horrible ante la magnitud del pecado. Es -queremos creer- la utilización literaria de aquella premonición de Jr 19,9: "Haré que se coman a sus hijos e hijas, que se coman unos a otros, cuando les aprieten y estrechen el cerco sus enemigos mortales".

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2.    El dolor del arrepentido

Este dolor extremo del sufriente no es el dolor sañudo de quien se ceba como un sádico en el recuerdo de la calamidad. Es el dolor del arrepentido. En estos pasajes la postura es clara y resulta normativa para la comunidad penitente, en cualquier época de su historia:
-   Hemos pecado: confesamos nuestros pecados.42
-   Dios personalmente es quien nos ha causado el mal.
-   El castigo es justo, lo aceptamos, no podemos rebelarnos.
Es cierto que ha habido enemigos que nos han acorralado, pero, al recordarlos, quedan en la lejanía, porque el responsable es Dios. Ha sido Dios mismo quien ha embestido. El él el protagonista de este drama; Dios ha derramado su cólera, su furor, su indignación.43 He aquí la imagen de un Dios comparado con un enemigo, un Dios que envía fuego (1,13; 4,11):
Encendido en ira tronchó el vigor de Israel; al llegar el enemigo, se guardó la diestra a la espalda, y prendieron las llamas en Jacob, consumiendo todo alrededor.
Como un enemigo, tendió el arco, aplicó la diestra y dio muerte, enemistado, a la flor de la juventud, y en las tiendas de Sión derramó como fuego su furor (2,2-3).
3.    La espera: "Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor" (3,26)
Este libro no es, ni mucho menos, el libro de la desesperanza. El dolor extremo es un dolor ungido y sereno, y la queja frente al Dios fuerte es la queja de alguien que, en el fondo, se siente acogido.
Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza:
que la misericordia de Dios no termina y no se acaba su compasión;
antes bien, se renueva cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad!

42 El pecado es rebeldía (1,5.14.22; 3,42), desobediencia (1,18.20; 3,42), falta (1,8,3,39; 4,6.13.22), perversidad (2,14; 4,6.13.22; 5,7).

43 Véase 1,12; 2,1.2.3.4.6.21.22; 3,1.43.66; 4,11.

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"El Señor es mi lote", me digo, y espero en él.
El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan;
es bueno esperar en silencio al salvación del Señor;
le irá bien al hombre si carga con el yugo desde joven (3,21-27).
Por todo ello el libro termina en oración; el poema quinto ya no es una elegía, sino un salmo de súplica de un corazón arrepentido, un salmo que vale para todo aquel que en cualquier situación de su vida quiere volver al Señor.
Señor, tráenos a ti para que volvamos, renueva los tiempos pasados (5,21).

Nota litúrgica
Las lamentaciones se leen en las celebraciones litúrgicas en en Oficio de lectura de este modo:
1.       Los que utilizan el ciclo anual       de lecturas tienen este índice:
Jueves de la semana 23                          Lm 1,1-12.18-20
Viernes                                                        Lm 3,1-33
Sábado                                                        Lm 5,1-22
2.       Los que utilizan el ciclo bienal de lecturas tienen este índice que corresponde a los años impares:

3.       Cabe la posibilidad de reintegrar todos los años las Lamentaciones en el Triduo Pascual en el Oficio de lectura o Vigilia prolongada44, según este

Martes Santo Miércoles Santo

Lm 1,1-12.18-20

Jueves Santo Viernes Santo Sábado Santo

Lm 2,1-10 Lm 2,12-22 Lm 3,1-33 Lm 5,1-12

44  Lo ha hecho notar Pedro Famés Scherer en el Calendario del año litúrgico 1994 (p. 114): "Según la Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos esta Vigilia prolongada puede recuperar no pocos de los elementos especialmente ricos y



índice:

Viernes Santo
Lm 2,13-19

Lm 3,1-12

Lm 3,13-24
Sábado Santo
Lm 3,25-39

Lm 3,40-42.49-60

Lm 5,1-7.13-21
tradicionales que se perdieron a causa de la excesiva celeridad con que hubo de proceder en algunos ámbitos de la reforma litúrgica (Cf. Notitiae 27 [1991] 512-516)". Al final del Calendario en el apéndice IX (pp. 327-334) se da el texto de las secciones de las Lamentacio­nes que podrán leerse, con sus responsorios.



5. El triunfo del amor

No hay mayor sufrimiento que carecer de una última palabra para dar razón de la propia existencia. No tener esa palabra es vivir sin suelo en los pies, sin firmamento sobre nuestras cabezas. Si el sufrimiento, aunque no tuviera un por qué logra un para qué, un detrás, un futuro, entonces se abre un panorama y vale la pena aguantar.
Una filosofía nihilista, intramundana, que no encuentre los "porqués" y "paraqués" de la vida, nos lanza a una espiral sin salida y nos instala en la angustia, que es la peor enfermedad del alma. Son los pensamientos que rondan en la cabeza de un indagador de la Biblia, que, al verse perdido en análisis, en sutilezas de pensamiento, a la postre se pregunta: Todo esto ¿dónde termina? ¿Hay una palabra conclusiva y cimera, que ponga el vértice al mensaje y desde la cual adquiera cohesión lo que parece fragmentario y búsqueda de sentido?
En la profecía la esperanza es la palabra final. No es fácil determinar el objetivo de la esperanza, porque se alcanza sólo mediante un salto de fe.La fe, desprendida de humanas seguridades, salta en el vacío y el vacío son los brazos de Dios.
En Jeremías podemos formular la esperanza en tres órbitas, que de menos a más son éstas:
-   La esperanza de la propia tierra.
-   La esperanza del descendiente davídico.
-   La esperanza suprema de una alianza nueva.
Esto quiere decir que en el combate mortal entre Pecado y Gracia, vence la gracia, triunfa el amor. De esta manera se anticipa el paradigma del misterio de Cristo. El sufre la muerte, y tras la muerte viene la resurrección, como salvación del Padre, gracia del Padre.

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Y   con esta parábola halla sentido el dolor latente del mundo. El dolor espeso y sordo de la humanidad, que la pone al borde de la angustia, encierra -desde la interpretación que nos autoriza la Biblia- un sentido secreto. Fiados de los dictámenes que Dios ha ido dando a través de la profecía, fiados, sobre todo, de lo que ha aparecido y acontecido en el misterio pascual de Cristo, nosotros creyentes confesamos que el oscuro dolor lleva consigo un germen de luz, y que el dolor ha de engendrar resurrección. La profecía está inscrita desde el momento que han pasado profetas por el mundo, máxime desde el momento en que Jesús ha puesto la clave de bóveda.
En el fondo... las cosas tienen que ser así, porque el amor de Dios es más grande que nuestro pecado.
Con amor eterno te amé,
por eso prolongué mi lealtad (31,3).45

El mensaje de esperanza, esencial al libro de Jeremías, tiene un exponente mayor en la secuencia de cuatro capítulos: 30, 31, 32, 33. Se agrupan estos capítulos con un título común, que puede ser éste de Libro de la Consolación46. No se quiere decir con ello que los cuatro capítulos formen literariamente un cuaderno aparte.
Los críticos se formulan unas preguntas importantes con respecto al origen y

45  Nos place más la versión de la TOB:/e t’aime d’un amour d'éternité / aussi, c’est par fidélité que je t’attire à moi. Muy bella la expresión de la Vulgata y Neovulgata: In caritate perpetua dilexi te; ideo attraxi te in misericordia. Al traducir en presente (TOB) se resalta que la actitud de Dios es una actitud consustancial a él mismo. La segunda parte del verso - observa la misma Biblia citada- admite dos tipos de traducción: "yo prolongo mi fidelidad hacia ti" (ver Sal 36,11; 109,12), o "por fidelidad hacia mí -por ser yo fiel a mí mismo- yo te amo eternamente".

46  Ya se sabe que en Is 40 comienza una serie de oráculos de esperanza, iniciando un bloque muy específico que allí sí se llama Libro de la Consolación en virtud de las primeras palabras: Consolad, consolad a mi pueblo.

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paternidad, como se puede ver en las introducciones críticas y notas; por ejemplo, en la amplia nota de la Biblia de Jerusalén antes de empezar el capítulo 30. La primera es cuándo nacieron, en qué época de la actividad profètica de Jeremías hay que situar los oráculos. Otra es distinguir la parte que corresponde en directo al profeta y los retoques y añadiduras que les dio la tradición en la misma gestación del libro.47
Se trata siempre de hipótesis de crítica literaria, que no las rechazamos como "hipótesis", pero que no pueden debilitar ni perturbar el sentido de la lectura espiritual. Supongamos que al nacer tal oráculo iba dirigido a Israel como reino del Norte y luego fue aplicado a Israel y Judá, a la totalidad de Jacob. No se falsifica con ello el sentir de Dios, no se abusa de su misericordia al ampliar el ámbito de la gracia, tanto más que la lectura espiritual mejor que lectura diacronica por etapas sucesivas) tiende a ser una lectura sincrónica, en visión conjunta de todas las etapas.

3.    Las promesas de restauración
1.    Como fondo de restauración tomemos la fórmula de la alianza: Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios (30,22). Es ésta fórmula clave en la teología de la alianza, el "yo para ti, tú para mí" como expresión de amor en el Cantar de los cantares48. Dos elementos se integran en la fórmula: la donación

47   El comentario de SCHÓKEL-SlCRE habla para estos capítulos de elementos heterogéneos y de elementos comunes, y refiriéndose a los elementos comunes, dice: "Además del tema común, varios motivos literarios atraviesan la serie con función de motivos conductores. Quizás el más importante sea el cambio de suerte, presenta ya en 29,14, introducido en la pequeña introducción del conjunto (30,3), recurrente en 30,18; 31,23; 32,44; 33,7.11.26, abiertamente emparentado con Dt 30,3 y también presente en otros profetas (Os 6,11; J1 4,; Am 9,14; Sof 3,20). Segundo, la referencia a un futuro indefinido, llegarán días, vendrá un tiempo, en el futuro..., que se lee en la introducción (30,3), en 31,27.31.38; 33,14, y que muchas veces es señal de enlace posterior. Tercero, el gozo: 31,13; 32,41; 33,9.11, enlazado con dt 28,63 y 30,9. Finalmente los dos verbos de la vocación: construir en 30,18; 31,4.28.38; 32,31.35; 33,7; y plantar 31,5.28; 32,41" (551).

48  Ct 2,16; 6,3; 7,11.

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total y la donación recíproca, que es la ley del amor perfecto, si la palabra "ley" puede aplicarse a la vivencia del amor. Para esta fórmula de reciprocidad en la alianza téngase presente los siguientes textos: Lv 26,12; Dt 29,12; 2Re 11,7; Jr 31,1. "En aquel tiempo -oráculo del Señor- seré el Dios de todas las tribus de Israel y ellas serán mi pueblo" (31,1).49
2.    La restauración de la tierra. Tierra y Descendencia era el contenido de la promesa hecha a Abraham, y esa vieja herencia permanece perpetuamente en el corazón de Israel. La restauración significa, ante todo, el regreso de los cautivos. En Ramá Raquel llorar al ver a sus hijos que van a destierro, "pues así dice el Señor: Reprime tus sollozos, enjuga tus lágrimas -oráculo del Señor- tu trabajo será pagado, volverán del país enemigo; hay esperanza de un porvenir -oráculo del Señor-, volverán los hijos a la patria" (31,16-17).
Restaurar la tierra significa volver a sembrar, a plantar, y ver que los ganados cubren el paisaje. He aquí la geografía de Palestina: "Por las poblaciones de la Sierra, de la Sefela, del Negueb, por el territorio de Benjamín, por el distrito de Jerusalén y por las ciudades de Judá todavía pasarán las ovejas junto al que las cuenta -oráculo del Señor-" (31,13). Restaurar la tierra significa ver que se levanta Jerusalén (30,18), la perla del mundo; ver que retorna la fiesta -la voz del novio y la voz de la novia- y... sobre todo el Templo.
La restauración del Templo es también la restauración del sacerdocio y del culto (cf. 33,18). La fiesta es por excelencia la fiesta litúrgica, que es la fiesta con el Señor y para el Señor: "¡En pie, a Sión, a visitar al Señor, nuestro Dios" (31,6).
3.   La descendencia davídica no es en Jeremías, a diferencia de Isaías, uno de los núcleos de su teología, pero en la perspectiva de salvación, en el panorama de bienandanza que describe el profeta al proyectarse al futuro, está el descendiente de David.50

49  Pienso que hay que respetar esta fórmula de alianza en textos como Ap 3,20: "...y cenaré con él y él conmigo". Anteriormente lo habían traducido por: "cenaremos juntos" (NBE).

50 El trono de David aparece, con diversos matices, en 17,25; 22,2.4.30; 29,16; 36,30.

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En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así:
"Señor, nuestra justicia".
Porque así dice el Señor:
No faltará a David un sucesor que se siente en el trono de la casa de Israel (33,15-17).

1.   La cima espiritual del profeta Jeremías es el oráculo de la nueva alianza, que en la Ultima Cena es nueva y eterna alianza. El fondo de esta alianza descrita por el profeta sirve a la Carta a los Hebreos de base para exponer el sacerdocio pascual de Cristo ante el Padre.

Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré una alianza nueva con Israel y con Judá: no será como la alianza que hice con sus padres cuando los agarré de la mano para sacarlos de Egipto; la alianza que ellos quebrantaron y yo mantuve -oráculo del Señor-;
así será la alianza que haré con Israel en aquel tiempo futuro -oráculo del Señor-:

Meteré mi Ley en su pecho, la escribiré en su corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo; ya no tendrán que enseñarse unos a otros, mutuamente, diciendo:
"Tienes que conocer al Señor", porque todos,
grandes y pequeños, me conocerán -oráculo del Señor-, pues yo perdono sus culpas y olvido sus pecados (31,31-34).

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2.   La nueva alianza nos invita a una reflexión invocando la Sabiduría. ¿Qué es la nueva alianza? ¿Tendrá una realización histórica?
La nueva alianza no se basa, por de pronto, en la derogación de la alianza establecida por Dios y consignada en la Torà, si bien es cierto que el nuevo panorama vislumbrado parte de la constatación del fracaso histórico de la alianza del Sinaí. Acaso la intuición profètica nos invite a penetrar más adentro. Ni la alianza del Sinaí fraguó en obediencia, ni ninguna otra pudo resultar. ¿Por qué...? "Humana condicio". Triste situación la del ser humano, que no puede enderezarse hacia Dios, volar a El con ningún código humano.
Cualquier normativa que venga del corazón humano, aunque el hombre se proclame -y lo sea- enviado de Dios, está condenada al fracaso. Toda sabiduría, la más pura, naufraga para llevar al hombre hasta Dios. Dios podrá decir que no es por culpa suya; nos rendimos, es por culpa nuestra. Jamás el hombre desde una instancia humana podrá dar el salto hacia Dios. Pablo, incluso, pensando en estas concepciones religiosas dice de una manera estridente que la Ley azuza el pecado cf. Gal 3,19; Rom 7,7). Porque la Ley es buena y sabia nos pone fatídicamente ante los ojos ideales frente a los que sucumbimos.
El hombre cara a Dios es fracaso. Lo dice Jeremías volviendo la mirada al pasado histórico de Israel, desde Egipto hasta hoy; lo dirá Pablo recorriendo nuevos siglos de trayectoria. En fin, ya no es la experiencia histórica pasada; lo será siempre, porque el pobre ser humano es así.
Jeremías da un salto de fe, que es un salto a lo infinito. He aquí los términos en los que la fe se despliega.
-      Mirad que llegan días... El futuro que columbra el profeta no es exactamente el futuro del regreso de Babilonia. Es el futuro profètico, el área en la cual se pueden ubicar las esperanzas. La historia de la salvación guarda un tiempo para cobijar la promesa. Lo sabremos retrospectivamente, al venir Jesús, porque entonces, también en fe, sabremos que el tiempo se ha cumplido, que ha llegado la plenitud de lso tiempos (Gal 4,4; Ef 1,10).
-   La Ley en el corazón. La Ley en el corazón y la Ley escrita no son dos antagónicos. Puede haber Ley escrita sin Ley en el corazón, y puede haber Ley en el corazón, aun existiendo Ley escrita. No es o lo uno o lo otro, sino lo uno, superando definitivamente a lo otro, de forma que si lo otro existiera sólo desde

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lo uno tendría sentido. Y de hecho Jesús enuncia que no viene a abolir la Ley, sino a entregarnos el verdadero sentido (véase Mt 5,17).
En el nuevo estado de cosas que se promete, la ley deja de ser una norma exterior, a la que hay que rendirse y que, se quiera o no, tiene una fuerza coercitiva, sino que el impulso interior se diviniza. El ser humano adquiere el "ethos" divino; la norma externa se acopla al corazón, fluye del corazón. Nos hemos situado, de pronto, en la moral del Sermón de la Montaña. Moral cristiana no hay otra sino ésa. Es la moral de la nueva alianza, la moral escrita por el Espíritu Santo en los corazones.
Todo el mensaje juaneo -igual el Evangelio que las cartas- está escrito sobre el filo agudísimo de esa relación inmanente de Dios con la criatura. El fin del mundo empieza, cuando Dios se implanta en el corazón.
-   Porque todos, grandes y pequeños, me conocerán... Conocer a Dios -ya lo barruntábamos- es "amar a Dios", es sintonizar con Dios, armonizar nuestro corazón con el suyo desde el momento en que él se ha adelantado y se ha hecho presente en lo más íntimo de lo íntimo de nosotros mismos. El pecado ha sido vencido por el perdón de Dios; Dios lo ha olvidado... (No existe; si existiera estaría ante la presencia de Dios, para quien todo es patente, pues, como aprendimos en el catecismo, Dios no tiene memoria...). No existe el pecado ni hay nada que intercepte la relación divina.
En una palabra, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo..., pero no porque al traerlos a la tierra bendita volveremos a recomenzar. No; será mucho más; la nueva alianza queda abierta a la mansión celeste. Así de grande es el amor, el amor invicto, así la misericordia..., ¡oh Dios mío!

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Colofón:
A la sombra de Jesús

Jeremías a la sombra de Jesús, habíamos comenzado. Y ahí terminamos. En Jesús recuperamos a Jeremías.
¿Predicaba Jesús lo mismo que los profetas? ¿O introducía algo absolutamente inédito? ¿Como los profetas..., pero más profeta? No; la predicación de Jesús -a cuyo inicio asistíamos el domingo pasado (dom. III del ciclo B: Me 1,14-20)- no era repetir con más fuerza lo anterior.
Los profetas predicaron la alianza. Jesús también, y a ella se remitió cuando se le acercó el joven que buscaba vida eterna. Pero los profetas vieron, en difusa neblina, un "no va más": la nueva alianza de Jeremías, el Espíritu de Ezequiel. Dios tomaría su propio Espíritu y lo pondría en el corazón del hombre (Ez 36,27); es lo mismo que lo de la nueva alianza. Cuando viene Jesús él dice: El reino de Dios irrumpe, la soberanía de Dios entra en el mundo. La presencia de Jesús marca ese "hyatus" que da a la historia universal un sello indeleble. Jesús introduce algo irreversible. Y este "ya" del Reino de Dios en la presencia de Jesús es lo radicalmente nuevo, que ni predicaron ni pudieron predicar los profetas.
Aquí es donde se sitúa el cristiano, la Iglesia. Por este proyecto del Señor sí, por este proyecto, se puede dar todo. Claro que sólo la misericordia puede cambiar el corazón.
Logroño, 25 enero 1994, en la Conversión de San Pablo.

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1.    Soledad, misterio de la palabra
2.    Las confesiones: el cara a cara con Dios desgarrado y amoroso                     8
3.    La vida del profeta vista como vocación (1,4-10)                                         15
2.    La historia de Jeremías mezclada con su pueblo, vivida y relatada
en profecía                                                                                                   20
1.   Trayectoria histórica correspondiente a los años de Jeremías                        20
2.    Esquema de alianza                                                                                      22
3.    Pronunciamientos proféticos concretos de Jeremías
sobre los sucesos de la vida nacional                                                            25
4.    ¿Resistencia o sumisión? Valoración de la postura de Jeremías y valoración de la postura de sus adversarios, los "falsos
profetas"                                                                                                       32
2.    El pecado fundamental                                                                                 42
3.    Los pecados                                                                                                  42
2.    Acceso a estos poemas                                                                                 47
Nota litúrgica                                                                                                 54

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1.   En búsqueda de una última palabra:
"con amor de eternidad yo te amo"                                                               56
3.    Las promesas de restauración                                                                       58
Colofón: A la sombra de Jesús                                                                             63


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