miércoles, 28 de octubre de 2015

11. Grandes líneas del mensaje de Isaías 40-60

Publicamos estas notas como punto de apoyo para nuestras explicaciones. Pero téngase en cuenta que son Notas redactadas en 2004 para las clases en la Casa de Formación Santa Verónica (Hermanas Clarisas Capuchinas – Cuautitlán Izcalli)

1. Actitud de lectura

Tendremos muy en cuenta que no hay ningún vestigio en toda la Biblia de seccionar el libro de Isaías en varias capas de redacción y de autores, es decir en varios Profetas. Este es un planteamiento crítico de tiempos muy recientes, que pasa a la "ciencia bíblica" y hoy es admitida como verdad pacífica, sin entrar, claro está, en pormenores.
Tendremos igualmente en cuenta que ni en la época patrística, ni en la época medieval se ha sospechado de la existencia de este problema crítico-literario. La revelación del Nuevo Testamento se nos transmite al margen de estos asuntos científicos; y lo mismo la teología, para acercarnos la revelación de Dios, se ha hecho sin el conocimiento de estos problemas.
Es importante tomar nota de este punto para afirmar que la Palabra de Dios es viva, sin estar supeditada a las conclusiones de nuestra ciencia.
Pero también debemos decir que la ciencia sirve a la Palabra, y que no puede dañar el mensaje; más bien, nos muestra, con mayor evidencia, las consecuencias de la encarnación de la Palabra de Dios en la historia. Hay dos hechos mayores que han forzado a alcanzar estas nuevas posiciones:
- el primero es la nueva situación histórica en que están enmarcados los capítulos 40-66 del libro: Ciro y la caída de Babilonia. Es posible que Dios pudiera revelar al profeta Isaías el nombre y las conquistas de Ciro (Is 45,1; 44,8) con siglo y medio de antelación...; pero es más coherente, con el modo de la actuación divina, que las cosas sucediesen de otra manera. Lo coherente es que se hable de Ciro en el libro de Esdras (1,1.2.7.8; 3,17; 4,3.8; 5,13.14.16; 6,3.14) y en el libro segundo de las Crónicas (36,22.23).
- El segundo argumento es el literario: el lenguaje diferente que usa este gran poeta con respecto al gran Isaías. Con la entrada del análisis crítico literario surge la hipótesis de un segundo Isaías, y en 1892 el exegeta alemán Duhm, en su comentario a Isaías, trabaja con el supuesto de un Tercer Isaías (Is 55-66). Este extremo ya es más problemático; en todo caso, estamos en un planteamiento crítico más general, cuando se ha hecho un repaso a todas las secciones del libro para poner oráculos de época muy posterior incluso a poemas que se encuentran en la parte primera del libro. El asunto queda abierto como tema de investigación científica, de ninguna manera concluida.

2. La tradición viviente

Y con todo, es admirable el poder leer la profecía como el flujo de una Tradición viviente en los cauces de la fe. Este es el primer valor que apreciamos al acercarnos a la lectura fascinante del conjunto del II y III Isaías.
Este es un valor que hay que salvar: leer la Escritura en armonía y unidad de mensaje, aunque el estudio crítico invite a seccionar capas de formación.
La expresión de Santo de Israel, que surge por primera vez acuñada por Isaías, efecto de la visión que ha tenido el día de su vocación (Is 6), aparece 27 veces en la Biblia; de éstas, 25 en el libro de Isaías (1-66) y 2 en Jeremías. Fuera de estos dos libros no existe como tal, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento He aquí la estadística:
Isaías 1,4; 5,19; 5,24; 10,20; 12,6; 17,7; 29,19; 30,11; 30,12; 30,15; 31,1; 37,23; 41,14; 41,16; 41,20; 43,3; 43,14; 45,11; 47,4; 48,17; 49,7; 54,5; 55,5; 60,9; 60,14
Jeremías 50,29; 51,5.
En una lectura profunda de la Biblia hemos de apreciar más el valor de esta unidad de la tradición que la diversidad de estratos que la forman.

3. Ausencias significativas

La ausencia más significativa en el Segundo y Tercer Isaías es la omisión de los oráculos conminadores, propios de toda la tradición profética. No existen oráculos contra Israel-Judá; pero sí contra las naciones, para cantar la victoria de Yahvé, así: Caída de Babilonia (capítulo. 46), Lamentación sobre Babilonia (cap. 47), El juicio sobre los pueblos (63,1-6).
Encontramos, es cierto, un oráculo muy típico de la predicación profética, el que se refiere a la indignidad de los jefes del pueblo (56,10-12); pero críticamente observa la Biblia de Jerusalén: "Este oráculo, quizás anterior al Destierro, desarrolla un tema que también se encuentra en Jeremías: 2,8.26-27; 5,4-5.31; 10,21; 23,1-2.11-12; ver también Ez 8,11-13; 34, el de la indignidad de los jefes de Judá en los años que precedieron al Destierro". (Nota a Is 56,10).
También en esta tradición profética hemos de leer, en alusión a una liturgia penitencial, los capítulos 58 (el ayuno agradable a Dios, texto más amplio de todo el Antiguo Testamento sobre el tema) y el capítulo 59, salmo de penitencia en secuencia del mensaje del capítulo anterior.

4. El tono de todo el mensaje

El arranque del Segundo Isaías da el tono a todo el libro y el contenido clave del mismo. He aquí el texto:
1 Consolad, consolad a mi pueblo - dice vuestro Dios.
2 Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto que ya ha cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido de mano de Yahveh castigo doble por todos sus pecados.
3 Una voz clama: « En el desierto abrid camino a Yahveh, trazad en la estepa una calzada recta a nuestro Dios.
4 Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso llano, y las breñas planicie.
5 Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha hablado. »
6 Una voz dice: « ¡Grita! » Y digo: « ¿Qué he de gritar? » - « Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor del campo.
7 La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo).
8 La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.
9 Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las ciudades de Judá: « Ahí está vuestro Dios. »
10 Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede.
11 Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata con cuidado a las paridas.

- El tono es la consolación: "Consolad, consolad", primeras palabras, de las que se ha tomado el título del libro: Libro de la consolación. El profeta no va a acusar; de parte de Dios va a hablar al corazón, con ternura. Como en ningún otro libro profético vamos a experimentar aquí, en el mismo lenguaje, la ternura de Dios.
- El contenido: La consolación ya es el contenido. El pecado ha sido perdonado, el castigo ha sido cumplido; la nueva etapa es la manifestación del cariño de Dios, de su consolación. Esta es la palabra profética de todo el libro.
- El contenido: Pertenece al contenido del libro la soberanía de Yahveh, soberanía sobre todos los pueblos puesta al servicio de su pueblo rescatado del destierro.

5. Soberanía del Santo de Israel, Dios de la Historia

La grandeza del Dios de la creación y de la historia
El pueblo purificado en el crisol del Destierro, ha acendrado su fe. El Dios de la Alianza, el Dios de toda la tradición de Israel, resplandece en toda su gloria. "Yo, Yahvé, ése es mi nombre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez a los ídolos" (42,8). Dios no puede ceder su gloria a otro, a los ídolos en este caso, porque esto sería renunciar a ser Dios.
La grandeza de Dios aparece en la creación y en la historia. Creación e Historia son los dos goznes en los que gira la teología de la presencia del Dios soberano salvador.
La grandeza hecha ternura: "tu redentor es el Santo de Israel" (41,14)
La grandeza de Dios se manifiesta en el despliegue de la fuerza, sin duda; pero a este profeta le interesa recalcar, sobre todo, que la grandeza y la gloria de Dios se hacen ternura. He aquí, como muestra, un texto del capítulo 41, donde se siente, de modo estremecido, la grandeza de Dios hecha ternura:
        
8 Y tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien elegí, simiente de mi amigo Abraham;
9 que te así desde los cabos de la tierra, y desde lo más remoto te llamé y te dije: « Siervo mío eres tú, te he escogido y no te he rechazado »:
10 No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios. Yo te he robustecido y te he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera.
11 ¡Oh! Se avergonzarán y confundirán todos los abrasados en ira contra ti. Serán como nada y perecerán los que buscan querella.
12 Los buscarás y no los hallarás a los que disputaban contigo. Serán como nada y nulidad los que te hacen la guerra.
13 Porque yo, Yahveh tu Dios, te tengo asido por la diestra.
 Soy yo quien te digo: « No temas, yo te ayudo. »
14 No temas, gusano de Jacob, gente de Israel: yo te ayudo - oráculo de Yahveh –
 y tu redentor es el Santo de Israel.

El Dios poderoso es el redentor de Israel. Esta palabra de Redentor (Go'el) aparece en los siguientes pasajes: 41:14; 43:14; 44:6; 44:24; 47:4; 48:17; 49:7; 49:26; 54:5; 54:8; 59:20; 60:16; 63:16 Jer. 50:34.
Este tono de la ternura de Dios penetra el sentido de las expresiones que, con exaltación y júbilo, hablan del retorno; así todo el bellísimo poema (o poemas) de "La alegría del retorno"

El Dios de la Historia escoge a Ciro, pagano, como su "ungido" en favor de Israel
Ciro ha de dar ele dicto de repatriación. Esta medida, básicamente política, la ve el autor sagrado desde una alta teología, contemplando al emperador persona como instrumento que Dios escoge para redimir al pueblo de la actividad. Hay que tener en cuenta la teología que aquí se desarrolla.

     Así dice Yahveh a su Ungido Ciro,
     a quien he tomado de la diestra
     para someter ante él a las naciones
     y desceñir las cinturas de los reyes,
     para abrir ante él los batientes
     de modo que no queden cerradas las puertas. (...)
     A causa de mi siervo Jacob
     y de Israel, mi elegido,
     te he llamado por tu nombre
     y te he ennoblecido, sin que tú me conozcas.
     Yo soy Yahveh, no hay ningún otro;
     fuera de mí ningún dios existe.
     Yo te he ceñido, sin que tú me conozcas,
     para que se sepa desde el sol levante hasta el poniente,
     que todo es nada fuera de mí.
     Yo soy Yahveh, no ningún otro (Is 45,1. 4-6).

El Dios de Israel es el centro del mundo y de la historia. Desde esta perspectiva entendemos que un oráculo de entronización, que es propio para un rey de Israel, el profeta lo dirija a Ciro, rey pagano.
El Dios de Israel es también el soberano de Ciro: "Yo soy el que dice a Ciro: « Tú eres mi pastor y darás cumplimiento a todos mis deseos, cuando digas de Jerusalén: "Que sea reconstruida" y del santuario: "¡Echa los cimientos!"» (44,28).
Ciro, que es "el pastor" de Dios, es el amigo de Dios: "Mi amigo cumplirá mis deseos" (48,14)

Dios abierto a toda la humanidad
El universalismo de la fe de Israel adquiere en Isaías II unos tonos nuevos. He aquí este oráculo acerca de la adhesión de los extranjeros al pueblo elegido, donde se superan prescripciones de ciertos códigos (así Dt 23,2-9).
" En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para su ministerio, para amar el nombre de Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado sin profanarle y a los que se mantienen firmes en mi alianza, yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos". (Is 56, 6-7).

Diatribas contra la idolatría
El poder que ha desplegado Dios pone en evidencia la inutilidad de los ídolos, la vanidad de los dioses protectores de las naciones paganas. Véase como textos 40,19-20; 41,6-7; 44,9-20, y la "Elegía profética contra la idolatría" (57,3-13, oráculo que puede datar de los tiempos finales de la monarquía).

Exaltación del futuro de Jerusalén
Muy cerca del tema de la alegría exultante de los desterrados, que vuelven a Jerusalén, precedidos de gozosos mensajeros, están los poemas que exaltan a una Jerusalén transfigurada de gloria. Léanse los capítulos 60 y 61 (para los críticos muy emparentados con el Segundo Isaías) y el poema del cap 63, donde se presenta la mística del desposorio de Yahvé con la nueva Jerusalén.


6. La figura del Siervo de Yahvé

La figura del Siervo de Yahvé es el ápice teológico del Segundo Isaías. Es importante la teología de la consolación y de la grandeza de Yahvé, pero creemos que es un paso más decisivo la figura del Siervo de Yavéh, que en algunos de los cuatro poemas presenta los rasgos de un profeta elegido, pero cuya representación es nueva y solitaria en el conjunto del Antiguo Testamento en el cuarto, donde se anuncia un mesianismo sufriente, no real, figura que no volverá a recogerse. Estamos espiritualmente en los umbrales del Nuevo Testamento.
Los cuatro cánticos son, con alguna duda de asignación de versículos: I 42,1-9; II  49,1-7; III 50,4-11; IV 52,13-53,12.

Nota: la liturgia toma estos cantos para el Lunes, Martes y Miércoles Santo los tres primeros; y reserva el Cuarto para el Viernes Santos. (Ver un comentario espiritual que hicimos de los mismos en "Liturgia y Espiritualidad", n. 1, del año 1999).                   

(fr. Rufino María Grández

Guadalajara, 25 noviembre 2012)

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