jueves, 1 de octubre de 2015

7. Hacia una Síntesis de Oseas



Hacia una Síntesis de Oseas
Clase del: jueves, 1 de octubre de 2015


1.     Oseas, profeta del amor herido, nos ofrece un libro muy denso, tanto en los oráculos de Dios airado como en los oráculos del Amante apasionado. Podría perdernos, si intentamos una lectura de detalle homologando al mismo nivel todos sus oráculos. Si así lo hiciéramos no alcanzaríamos el quid, la clave de su mensaje.

2.     La Biblia de Jerusalén nos ofrece un material abundantísimo, un verdadero resumen de exégesis, que queda ahí, en las notas, para nuestro conocimiento en el momento en que lo necesitemos. Vemos que hay versículos oscuros desde un punto de vista filológico o histórico. Estas dificultades tampoco pueden empañar la fuerza y la novedad del mensaje en su conjunto.

3.     Los tres primeros capítulos son una unidad completa; son ellos todo un Oseas. Están al principio, pero podrían estar al final como resumen, de modo que hay que leerlos como una unidad competa. Seguiremos discutiendo, sin solución acerca de ese matrimonio, si es real o simbólico; si es “a priori” (por así decir) o “a posteriori”, es decir, en este último caso, si fue un  matrimonio frustrado, del cual se sacan las consecuencias por la inspiración del Espíritu. Esto puede ser un enredo y nos puede paralizar en la lectura del mensaje, porque la fuerza no recae sobre el comportamiento de los esposos (la esposa y el esposo con la esposa), sino del modo de ser de Dios, y del comportamiento de Dios, lo cual marca un absoluto.
El comportamiento de Dios es el perdón absoluto, aniquilando el pasado y la creación de una relación nueva en un  amor establecido para siempre, sin que quede ningún resabio de lo pasado. Dios en su omnipotencia lo destruye y no hay que volver la mirada atrás para lamentarlo y volver a arrepentirse. Como dijimos al inicio de estas clases (en la primera nota puesta en “Profetas de su amor”). Dios puede hacer “virgen” a una “adúltera”. Aquel que de la nada crea cielo y tierra, puede hacer esta nueva creación. Dios, al perdonar, crea. Dios no “arregla” el pecado sin quitar el hecho que fue del pecado. Dios hace un mundo nuevo cada vez que interviene. Es el sentido de la Encarnación, que no es el “arreglo del pecado” (sea cual sea la tesis del motivo de la Encarnación), sino infinitamente más: el don de su amor infinito.

4.     La misma imagen de Dios amoroso, hasta la locura del amor, aparece en el repaso del resto de los oráculos. Sugeríamos en la clase pasada (28 de septiembre) hacer un detalle minucioso del pecado y castigo (o pecado y amenaza de castigo) en la secuencia progresiva del libro de Oseas, a partir del capítulo 4 hasta el versículo 14,1:

Samaría es culpable,
porque se rebeló contra su Dios.
Ellos caerán a espada,
sus niños serán estrellados,
y sus embarazadas abortarán en canal

- La corrupción es total.
- Y se ha cebado en los sacerdotes, guías el pueblo (Hay que remarcar la virulencia del profeta en el estamento sacerdotal, principal causa de la corrupción general).
- También en los príncipes, que son conductores del pueblo.
- Los pecados que acusa Oseas son los que acusa Amós, pero encontramos también específicamente estos datos:
     - Idolatría yendo tras los Baales bajo un árbol frondodo.
     - Idolatría política mirando a Asiria y Egipto más bien que al Señor.
     - Empecatamiento de toda la historia pasada.
- Y ha contaminado a la creación, solidaria con el destino del nombre (4,3).
- De aquí que el castigo es universal: la creación en contra, los enemigos vencedores.
- Con todo ello se pone en evidencia que el pecado es un ataque frontal a Dios todopoderoso y amante, ataque en su propio rostro. En consecuencia, la ira amenazante de Dios para su pueblo es total. No se olvide en un estudio integral de la Escritura que Jesús tomará en su mensaje, como el Profeta de Dios, el Enviado definitivo, estos dos temas (la corrupción de esta generación perversa y adúltera, y la amenaza del infierno como castigo eterno). No se olvide que sin el mensaje de la intervención final de Dios en al historia no hay mensaje de gracia.
- Si no se percibe la extrema seriedad de la realidad del pecado, se devalúa la absoluta novedad de la misericordia. Misericordia es perdón total, obra gratuita de amor, pero nunca es “permisividad”, “dejadez” (Como quien dice: Bueno…, no importa, no hay que dramatizar…, al final todo es lo mismo Jesús, en su mensaje, ha dramatizado, no para asustar, sino para abrir a la evidencia de la verdad ante Dios).

5.     En la cima el mensaje está el perdón y la promesa de una situación nueva indestructible.
Incluso se percibe una especie de esquema que audazmente deshace el esquema tradicional, que es: amistad / pecado / arrepentimiento / perdón / amistad, por un impulso nuevo: el hombre pecado / Dios le perdona /Entonces el hombre pide perdón / Dios crea una situación eterna de amor.
(Como explicación de este esquema véase el comentario de L. Alonso Schökel – J.Ñ. Sicre Díaz, Profetas II (Ed. Cristiandad, Madrid, 1980), “El mensaje” (de Oseas) pp. 861-864, especialmente p. 863 abajo),
Este es el Dios de nuestra fe. Compárese, a modo de ejercicio, con  el Dios del mundo griego, leyendo una tragedia griega y confrontando las dos imágenes de Dios, la de la literatura y la de la Biblia.

6.     Escribimos esta nota en la fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (Santa Teresita) El introito de a msia sobre Deut 2-3, “El sño solo la condujo”, nos da la clave de su espiritualidad, que a los 100 años de su muerte mereció el título de “doctorado”. La joven Teresa de Jesús tomó su mensaje de unos textos concretos del Evangelio y de Isaías, principalmente: la ternura de Dios que se manifiesta especialmente a los pequeños. Uno se pregunta si no es una lectura “parcial” del mensaje bíblico. La respuesta es que no; al contrario:
- es una lectura sapiencial (guida por el Espíritu de sabiduría)
- lectura en síntesis,
- lectura final o lectura escatológica. Teresa de Jesús está diciendo: Ese es el Dios de mi fe, ese es el Dios de la Iglesia que en mi vida ha producido la oblación perfecta al amor, la cual consiste en dejarse anegar constantemente del oleaje que está manando del amor. Al percibirlo, el ser humano se ofrece desde el amor al Amor, uniéndose a la Santa Faz de Cristo crucificado.

Guadalajara, 1 octubre 2015

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